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Cuando escuchamos lo de la pequeña Barcelona, no nos inspiró mucha confianza y más teniendo en cuenta que somos de Barcelona, pero al callejear por el centro histórico de L'Alguer es inevitable acordarse de la ciudad condal. A tu memoria regresan sus barrios con profundo sabor a mar, sus antiguas casas con la ropa tendida en los balcones, sus estrechas calles, e incluso su muralla, que aunque en Barcelona ya casi no es visible, también tuvo.
Visitar L'Alguer hoy en día es muy fácil gracias a los vuelos de Ryanair que llegan a esta ciudad de 40.000 habitantes. Estos parten de Girona y de Madrid y los precios suelen ser muy económicos. A nosotros nos costó 75 € ida y vuelta dos personas el último fin de semana de junio. ¡Eso sí! si no queréis tener sustos de última hora, y necesitáis facturar maletas, encargaros de hacerlo en la web, tanto en la ida como en la vuelta. Los billetes son independientes.
Aunque hay autobús hacia la ciudad, os recomendamos que cojáis un coche de alquiler porque siempre os dará más libertad y podréis recorrer increíbles parajes que de otra manera es más complicado visitar, como por ejemplo, las espectaculares cuevas de Néptuno y el Cabo Caccia.
Lo primero que vimos al entrar en Alghero fue su bella playa. Un largo paseo jalonado de playas con vistas a la ciudad y a la Catedral de Santa María nos acercaba al centro histórico.
Después de aparcar el coche nos dirigimos hacia las murallas desestimando la posibilidad de usar el Trenino Catalán por considerarlo demasiado turístico, y así nos dispusimos a recorrer el paseo amurallado admirando sus formidables torres defensivas bajo un sol de justicia.
La más importante es la de San Giovanni (Sant Jaume o San Jaime) en honor al rey catalán y es que la isla entera fue posesión de la corona catalano-aragonesa desde el año 1353 y durante 4 siglos. Durante ese tiempo fue repoblada con catalanes de la zona de Tarragona y de ahí las evidentes y notorias referencias al catalán en su cultura, idioma y gastronomía.
Pese a la belleza del paseo, nos adentramos en el interior de la ciudad con el objetivo de encontrar un poco más de sombra y de fresco. Fue así como acabamos en la Catedral de Santa María, que en cierta manera, recuerda bastante a la de Barcelona, la conocida catedral del mar, ya que está engastada en pleno barrio medieval y dónde el ambiente marino se percibe claramente.
Seguramente, el monumento más importante de L'Alguer es la Iglesia de San Francesco con un excelente campanario de estilo gótico y un claustro románico, aunque a nosotros la iglesia que más nos sorprendió fue la de San Michele, gracias a su preciosa cúpula hecha de mayólica multicolor (decoración cerámica sobre loza).
En un par de horas habíamos dado un primer vistazo a L'Alguer, suficiente para hacernos una idea, pero antes de marcharnos y ya volviendo hacia el puerto, quisimos tomarnos un helado italiano disfrutando del paseo.
L'Alguer es el típico lugar que te enamora por las sensaciones que te provoca, más que por lo que ves, y además es la puerta de entrada a una isla que tiene mucho que enseñar.
Aunque pasamos poco rato, una cosa nos quedó clara, es una ciudad que se despierta al atardecer y que nosotros por haber de coger el avión nos perdíamos... ¡así que de nuevo volvemos a tener una tarea urgente situada en la lista de to do's: volver a L'Alguer para vivir la ciudad de noche.
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