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El palacio de Linderhof es, de los castillos del Rey Luis II de Baviera, el menos conocido, pero probablemente sea elmás encantador de Alemania.
Lo que lo hace único dentro de las faraónicas construcciones del llamado Rey Loco, es que está totalmente acabado. Su reducido tamaño se ve compensado por un interior y unos exteriores que destacan por su belleza y no están exentos de curiosidades que nos permiten adentrarnos en el onírico mundo del monarca.
Como Neuschwanstein es la estrella de sus construcciones, Linderhof tiene un punto positivo, el número de visitantes es menor y, por tanto, a menor aglomeraciones, visita más agradable asegurada, al menos según nuestro punto de vista.
La historia de Linderhof
Linderhof se empezó a construir en 1869 sobre una pequeña casa de campo situada en un coto de caza que poseía el padre de Luis II. Finalmente, y tras derribar la pequeña casa se erigió este magnífico palacio inspirado claramente en Versalles y que hace continuas referencias al Rey Luis XIV de Francia, el Rey Sol, máximo exponente de la monarquía absoluta.
Este pequeño palacio es el que transmite más el espíritu de Luis II ya que vivió allí durante 8 años. Solo entrar en el castillo, comprobamos como Luis II admiraba al rey francés, y lo demuestra con una estatua ecuestre del Rey Sol dominando el vestíbulo. Tras la misma se sitúa una escalera, réplica de su adorado Versalles.
Qué ver en el palacio de Linderhof
Entre las estancias del palacio Linderhof destaca la habitación de los espejos o la de los tapices con múltiples alegorías y referencias a las leyendas germánicas. El comedor merece caso aparte, ya que como sucede en Herrenchiemsee, la mesa bajaba a la cocina mediante un elevador mecánico y volvía a subir al comedor, todo ello pensado para evitar el contacto con sus criados, lo que nos da una idea muy esclarecedora, del excéntrico y evasivo carácter del monarca.
Obviamente unos interiores tan ricamente decorados y de tal suntuosidad nos impresionaron mucho. Hay visitas a castillos que son aburridas y esta no lo es. Te podrías pasar horas en una habitación contemplando sus múltiples detalles y lujos y no acabarías de admirarlo todo. No obstante, hemos de decir que los exteriores nos sorprendieron aún más, porque se alejan totalmente de las ideas preconcebidas y clásicas que teníamos sobre castillos o palacios.
Los Exteriores del palacio de Linderhof
Es la parte más original en la visita de este palacio ya que a través de encantadores paseos irás descubriendo pequeños edificios cuyas funciones te sorprenderán.
Los Jardines del castillo de Linderhof
Como en todo palacio de estilo versallesco, los jardines son una parte muy importante del recinto palaciego. Situados frente al palacio y distribuidos en diferentes niveles, encontrarás fuentes, estatuas alegóricas y pequeños templos como el dedicado a la Diosa del Amor, Venus. Subir por los jardines te permitirá tener una vista privilegiada del pequeño castillo y la alberca con una estatua dorada de la diosa Fama que hay delante. Desde allí podrás comprobar perfectamente el clasicismo de estos jardines y sus simétricas formas.
La gruta de Venus, Linderhof (Baviera)
Quizás es el edificio más sorprendente de Linderhof. Situada en los jardines, esta gruta artificial la mandó construir el rey para poder retirarse, aún más, en el ambiente onírico y soñador en el que le gustaba estar. Los muros de la gruta están pintados con escenas de la ópera Tannhäuser de Wagner. Otros impresionantes elementos de la gruta son su cascada y una barcaza en forma de concha dónde al rey le gustaba dar paseos. Completan el alucinante escenario una compleja iluminación en la que predominan los colores verde y azul. Realmente es un lugar que te deja sin palabras y que te ayuda a entender perfectamente los recovecos del alma del atormentado rey.
El quiosco morisco y la casa marroquí
Entre los gustos del rey, estaba su predilección por lo oriental. Prueba de ello son estos dos edificios que mandó comprar en dos Exposiciones Universales celebradas en París.
Destaca sobre todo el quiosco morisco, una preciosa construcción con sus cúpulas doradas y sus motivos orientales que más bien parece sacado de las mil y una noches que de un palacio de la corte bávara. Al interior no pudimos entrar ya que estaba cerrado, pero nos hubiera encantado poder acceder para recrear como el rey se vestía como un sultán y cómo obligaba a criados e invitados a vestirse de manera oriental.
La cabaña de caza de Linderhof
Paseando por los jardines y bosques de Linderhof también llegarás a esta cabaña de caza (Hündinghütte) originalmente construida fuera del recinto del palacio de Linderhof. Está inspirada en el primer acto de la ópera Valkyria, como no, de Richard Wagner. Consumida dos veces por las llamas, la última en 1945, fue inmediatamente reconstruida ambas veces, aunque parte del mobiliario original desapareció. La choza fue reubicada en 1990 en los bosques adyacentes al palacio y lo más impresionante es el roble que hay en su interior y en cuyo entorno el rey pasaba largas horas leyendo.
Este fue nuestro día en el palacio de Linderhof. Seducidos por el ambiente alpino de sus montañas y por las alucinantes edificaciones que vimos, es un lugar que invita profundamente a recordar o pensar en ese rey y en sus excentricidades. Visita totalmente recomendable.
Nota: Os rogamos perdonéis la calidad de las fotos. Realizamos este viaje hace muchos años y las cámaras no eran ni digitales, ni tan buenas como las de hoy. Esperamos volver pronto y mostraros una galería fotográfica acorde con el lugar. Si os gustado nuestro artículo sobre el palacio de Linderhof estaríamos encantados si compartís el contenido en vuestras redes sociales.
Bueno, os perdonamos por lo de las fotos, pues sé de sobra que hoy hubiéseis hecho unas fotazas… aunque sea con una triste Nikon (Ahí queda eso!).
Pues sí que parece desconocido. Yo al menos ni lo oí mencionar. Yo estuve en el Neuswanstein y la verdad es que impone respeto, pero me parece demasiado forzado su diseño, y por tanto no me llegó a convencer del todo.
Este castillo parece que sí mola, pues como dices se aleja de las ideas preconcebidas y clásicas que tenemos de castillos o palacios. Ah! Y mola también por esos jardines, que parecen chulos.
Buen post, vividor!!!
no empecemos, no empecemos…
Neuschwanstein es una pasada, pero lleno de tuistas y eso siempre resta. A todos nos gusta sentirnos no turistas aunque lo seamos… :) Nosotros queremos volver un invierno, nevado y con menos gente, quizás este…
Un abrazo figura