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Gandria es un pequeño pueblo del lago Lugano, situado en las faldas del Monte Brè. La estampa de sus casas asomadas al lago con el campanario sobresaliendo entre ellas es muy conocida entre los turistas que visitan Lugano y sus alrededores.
La fama es merecidísima, así que si estáis por la zona y os planteáis visitar Lugano, reservad un par de horas para visitar este icono suizo del "dolce far niente".
Cómo llegar a Gandria
Gandria es fácilmente accesible desde Lugano de tres maneras bien diferentes.
En coche
Desde Lugano hay que dirigirse hacia el barrio de Cassaratte-Castagnola o hacia el teleférico del Monte Brè. Son menos de 6 kilómetros y apenas un cuarto de hora de viaje.
La primera vez que visitamos Gandria lo hicimos de esta manera. Al llegar al pueblo lo haréis a la parte alta del mismo, que es por dónde pasa la carretera. Justo al lado hay un parquing dónde podéis dejar el coche.
Una de las ventajas de venir así es que os podréis quedar a cenar en alguno de los románticos restaurantes con terraza junto al lago y luego volver tranquilamente a Lugano o a vuestro lugar de vacaciones.
A pié
Los amantes de caminar a todas horas podéis llegar andando desde Lugano a través del sendero de los olivos. Una opción muy interesante es ir en barco hasta Gandria, y volver andando hasta Castagnola en un romántico paseo que discurre junto al lago. Son casi 4 Km y menos de dos horas de duración en un camino casi sin desnivel y lleno de momentos fotográficos impagables.
Os dejamos este link para que os inspire más.
Otra opción más complicada y exigente es el descenso desde el Monte Brè (912 m). El camino es escarpado y con mucha pendiente, así que sólo se aconseja para excursionistas acostumbrados a este tipo de senderos.
En barco
Sin duda es la opción más recomendable de todas. La visión de Gandria desde el lago justifica plenamente el billete del barco. Es la mejor vista que vais a tener de esta delicia de pueblo. El trayecto dura media hora y los precios están entorno a los 25 CHF ida y vuelta y 17 CHF un trayecto.
Así que ya sabéis si queréis hacer la típica foto de las casas arremolinadas junto al lago y reflejándose en el mismo, es vuestra mejor opción y sobre todo preparad vuestras cámaras y móviles para inmortalizar el momento de la llegada al embarcadero.
Descubriendo Gandria
Nada más bajar del barco y cruzar el pequeño embarcadero, os encontraréis de lleno en el dédalo de callejones de Gandria.
La primera y estrecha calle paralela al lago, tiene dos restaurantes. Lo mejor de ellos son sus terrazas panorámicas, dónde poder comer o cenar con velas y vistas al lago. Hace unos años, en nuestra primer visita, recuerdo que comí el mejor rissotto parmesano de mi vida. Era una época en que te lo servían directamente de la olla y podías repetir.
Degustar el plato era imaginarte a la mamma cocinarlo al estilo tradicional y auténtico. Desgraciadamente eso ha cambiado y aunque la comida está bien, no podemos decir que sea espectacular y el trato ya no es tan cercano como antaño, correcto, sí, pero más frío.
Aún así os recomendamos que hagáis una parada ni que sea para disfrutar de un trozo de tarta o un café y así poder tener acceso a estos magníficos miradores del lago Lugano.
A partir de aquí vuestros pasos se irán encaminando hacia la parte más alta de Gandria, a través de escaleras, callejones, arcadas y pequeños comercios.
A medio camino podemos hacer un alto en el camino en la iglesia de San Vigilio. Esta iglesia data del s.XV y tiene vistas al lago.
Si continuáis subiendo iréis descubriendo otros rincones de Gandria y entre tejado y tejado las vistas del lago serán cada vez más extensas. Al final de todo llegaréis a la carretera que se dirige hacia la vecina Italia.
Gandria es un lugar para disfrutar tranquilamente, en alguna de sus terrazas y para dejar pasar el tiempo contemplando una puesta de sol con el lago Lugano como telón de fondo. Realmente no hay mucho qué hacer, el pueblo se ve en menos de media hora, pero el tiempo pasa rápidamente contemplando la belleza del lugar.
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