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Mura es un pequeño pueblo que ha sabido conservar su marcado carácter medieval, algo muy impropio de la provincia de Barcelona, una de las más industrializadas de España y dónde este tipo de pueblos y enclaves han quedado sepultados por el avance inexorable del progreso y el turismo de masas.
Seguramente ha ayudado mucho su ubicación aislada en el corazón del Parque Natural de Sant Llorenç del Munt i l'Obac. Y es que para llegar a Mura desde Barcelona, hay que cruzar por una carretera de curvas flanqueada por los imponentes monolitos de roca conglomerada, tan característicos de este parque natural.
Cómo llegar a Mura
Mura está en la comarca del Bagès, pero dada su cercanía al Vallès Occidental, es una visita muy popular para aquellos que quieren admirar un bonito pueblo de calles empedradas cerca de casa.
El pueblo está a aproximadamente 1 hora de Barcelona y a 50 minutos de Terrassa. Precisamente hay que llegar a esta última ciudad para coger la carretera que va en dirección a Matadepera y seguir por la BV-1221 en dirección al Parque Natural de Sant Llorenç del Munt i l'Obac. Tras coronar el Coll d'Estenalles (870 m) bajamos el puerto en dirección Talamanca hasta encontrar un desvío a nuestra izquierda que nos dejará a la entrada de Mura.
Mura en la historia
Como muchos pueblos de la Edad Media, las primeras noticias de Mura se tienen por los documentos eclesiásticos y la construcción de la su iglesia durante el siglo X. A a partir de aquí y alrededor de aquella empezaron a construirse casas.
El periodo más floreciente de Mura lo trajo el cultivo de la vid y que originó la construcción de decenas de tinas que se adosaban a las casas. Esto ha configurado el aspecto actual de la arquitectura de Mura.
La aparición de la filoxera, al igual que sucedió en otras partes de Catalunya, destruyó casi por completo esta actividad agrícola y propició otras formas de actividad económica como la construcción de una fábrica textil, también muy común en Catalunya.
El avance de la tecnología también propició que el textil dejará de ser rentable y tras el cierre de la fábrica en los años sesenta, Mura empezó a consolidarse como un pueblo de segundas residencias y con una orientación turística que resulta evidente en pleno siglo XXI.
Qué ver en Mura
Si podéis elegir no vayáis en fin de semana, ya que suele haber mucha gente y eso siempre resta encanto a cualquier lugar. En cambio si vais un día entre semana, os quedaréis embelesados con la belleza de un pueblo que se puede visitar prácticamente en silencio. Os aseguramos que esa sensación hace que Mura ganes dos o tres puntos más. Cómo mucho os cruzaréis con algún grupo escolar y es que la posibilidad de enseñar las características de la Edad Media tan cerca de Barcelona, es algo que muchas escuelas tienen en cuenta. De hecho recuerdo como yo en su día, cuando estudiaba EGB, visité este encantador lugar.
La visita suele empezar por la parte más alta de Mura, si tenéis la suerte de aparcar en el pequeño parking que hay a la entrada del pueblo. Ante vosotros se abre un pueblo de calles empedradas y casas de piedra. A la izquierda la primera construcción es una tradicional casa medieval con una tina adosada que servía para fermentar el mosto que luego se convertiría en vino. Estas tinas datan de entre los siglos XVII y XIX cuando el cultivo de viña estaba en auge.
A la derecha podréis admirar la Cruz de terme y una pequeña pera encantadora placita.
La visita continúa descendiendo por la calle principal, admirando las fachadas de piedra de las casas y deteniéndonos a observar la multitud de detalles que realzan el carácter rural y bello de Mura, como pasos abovedados, fachadas con herramientas de campesino o terrazas llenas de flores y cuidadas con mucho cariño por sus propietarios.
Antes de llegar a la iglesia y a la altura del viejo ayuntamiento, podréis deteneros a contemplar el entorno que rodea Mura en el Mirador de l'Ajuntament, una coqueta plaza con un árbol centenario y desde hay unas fantásticas vistas de la parte baja del pueblo, incluyendo la iglesia y alguna de las cimas más emblemáticas de la zona como el Moncayo o Montcau (1.056 m)
Si seguís bajando llegaréis a la iglesia de Sant Martí del siglo XI aunque con ampliaciones realizadas en siglos posteriores como el pórtico de la Epifanía del siglo XII o el campanario del siglo XVI.
Otra calle curiosa y llena de belleza es el Pasaje Camil Antonietti, llamada así en honor a un industrial que construyó varias casas en esta calle y que tenían la característica de tener unos arcos elevados que comunicaban las casas con los huertos.
Si bajamos por la zona de la iglesia y continuamos por la linde de Mura, podremos pasear por su entorno más rural y natural, gracias a los huertos que flanquean la riera de Nespres y que están plagados de fuentes, como la emblemática Font de l'Era.
Si volvemos a subir a lo alto de Mura, podemos hacerlo por la calle Carrer Nou, dónde hay otra fuente del mismo nombre que servía para abastecer de agua a las casas cercanas y también tenía una parte de abrevadero para los animales, principal medio de transporte en siglos pretéritos. En esta calle también hay varias casas con tinas, un elemento recurrente en la arquitectura de Mura.
Por el camino os podréis encontrar bonitos miradores improvisados de Mura y su entorno como este de aquí.
Mura tiene muy pocas tiendas, apenas un horno de pan, una tienda de carne y poco más, pero en fines de semana hay tres o cuatro restaurantes instalados en casas de piedra y con una buena muestra de cocina regional y tradicional.
Pero la visita a Mura no acaba aquí, ya que en las afueras del pueblo hay otros lugares interesantes que visitar.
Si nos alejamos del pueblo por la riera de Nespres podremos llegar a la Ermita de Sant Antoni de Pádua, una ermita cuyo origen data de finales del siglo XVII y cuyo porche se construyó en el 1818 aunque ha tenido que ser reconstruido a causa de las diversas inundaciones del siglo XX, especialmente las devastadoras riadas de 1962 y 1971.
La ermita, es precisamente, el inicio de algunos senderos que recorren la parte más natural y paisajística de Mura. El más conocido es el que lleva al Gorg del Padre, unas bonitas pozas en medio de un paisaje boscoso y paradisiaco. Para llegar a las pozas pasaremos por algunas fuentes como la d'Escolà y la del Rector. El paseo apenas son 20 minutos desde la ermita y es apto para familias con niños.
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