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Girona es una ciudad con mucha personalidad, de eso no cabe duda. El estar situada a una hora escasa de la sombra de Barcelona, la ha llevado a reinventarse en clave turística y poco a poco ha dejado de ser una pequeña ciudad eclipsada por la fama de la capital catalana. Actualmente, es una referencia cultural e histórica para la multitud de turistas que cada año visitan las famosas playas de la Costa Brava.
Qué visitar en Girona
Girona es una ciudad pequeña, ideal para descubrirla caminando sin rumbo y descubriendo su antigua historia. Lo primero que se encuentra el visitante que llega en coche es la vista de la espectacular fachada de la catedral de Santa María. Tras cruzar el puente de Sant Feliu nos topamos directamente con la Iglesia de Sant Feliu, de un aspecto similar a la catedral pero de menores dimensiones. Aquí se encuentran los restos de Sant Narcís, el patrón de la ciudad y de cuyo sepulcro surgieron muchas moscas, que cuenta leyenda, provocaron la expulsión de los franceses en el año 1825.
Las calles que se dirigen a la oficina de turismo y el Ayuntamiento, como la de Calderers, Ballesteries o Força son una auténtica delicia para las amantes del shopping, entre las que se encuentra Isa. De hecho nuestra visita a la ciudad empezó así, y aunque la impaciencia por visitar la ciudad me consumía, he de reconocer que las tiendas eran pequeñas pero atractivas, y sobre todo muy alejadas de las grandes marcas que todos conocemos y que inundan el paisaje urbano de nuestras ciudades.
Después de alguna compra, y la felicidad de alguna por su nuevo trapito, nos fuimos corriendo a los Baños Árabes que cerraban a las 19h. A pesar que quedaba apenas un cuarto de hora fue más que suficiente para visitar y fotografiar uno de los lugares más emblemáticos de Girona.
Este edificio se construyó en 1194 y toma su nombre porque se edificó a imagen y semejanza de los que construían los árabes, de ahí el nombre que se empezó a utilizar en pleno siglo XX. Es curioso comprobar cómo la actual moda de spas y baños termales ya existía en esta ciudad diez siglos atrás. La belleza del yacimiento y los 2 € que vale la entrada bien vale la visita.
Desde los baños árabes es inevitable dirigirse a la Catedral de Gerona (siglos XI-XVIII) con su soberbia escalinata y fachada y cuya nave única es la más grande en estilo gótico del mundo. Desde la plaza de la catedral se abarcan buenas vistas de los tejados y edificios de la ciudad.
Pero si lo que queremos es una visión panorámica de Girona, lo mejor es coger el camino que nos lleva a los jardines que hay encima de la catedral iniciando el recorrido por el Passeig Arqueològic (Paseo Arqueológico). Éste nos lleva a pasear por la muralla enlazada por sus siete torres de defensa sin apenas gente y disfrutando de la brisa que corre en estas alturas. Las vistas desde la muralla como desde las torres son espléndidas y constituyen un mirador privilegiado de la ciudad.
Nuestra vuelta a la civilización nos llevó a la Rambla tras cruzar uno de los numerosos puentes que salvan el río Onyar, como el de las Peixateries Velles (Pescaderías Viejas) que tiene la particularidad que fue construido por Gustav Eiffel, el creador de la famosa torre de París, lo que te lleva irremediablemente a soñar con la ciudad de la luz. El puente destaca por su material de construcción: el hierro que tanto recuerda a la Torre Eiffel. Pero aparte del interés arquitectónico del puente, lo que más impacta al visitante es la clásica vista del río flanqueado por las casas de colores y la imponente fachada de la catedral emergiendo poderosa tras ellas.
Nuestro paseo nos dirigió hacia la Plaza de la Independencia, un espacio urbano amplio donde los gerundenses se reúnen en sus numerosas terrazas bajo sus arcadas para tomar algo con los amigos.
Desde la misma plaza el puente de San Agustín vuelve a cruzar el río para dejarnos en pleno Call, el barrio judío de Girona, un laberinto de calles medievales empedradas dónde vivía una de las comunidades judías más importantes de la península ibérica.
Llegó la noche, el calor remitió y disfrutamos de la conversación y una agradable cena en una terraza del casco antiguo. Un camión de bomberos pasó en protesta contra los recortes: 6 bomberos para una ciudad de 170.000 habitantes, rezaba el cartel. La gente aplaudió y se solidarizó con ellos. En este ambiente de buen rollo y compañerismo, acabamos nuestro paseo estival por esta magnífica ciudad.
No te lo pienses, no tienes excusa para no visitar Girona y es que desde la irrupción de las compañías low cost, Girona y sus playas se han convertido en un top en las visitas a nuestro país. En los últimos años su aeropuerto ha crecido espectacularmente y muchos turistas llegan con la idea de visitar la ciudad y cómo no alquilar un coche y disfrutar de las calas más bonitas de la Costa Brava.
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