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Pocas historias me han impactado tanto como la lucha contra la muerte de Toni Kurz en la cara norte del Eiger. La carga de heroísmo, dignidad, resistencia, valentía y tenacidad quizás sólo comparable a la de Leónidas y sus 300 espartanos, aunque esta historia sucedió hace decenas de siglos y la que nos ocupa en este artículo ocurrió el siglo pasado con lo que resulta más cercana y estremecedora.
En el anterior capítulo, vimos como el paso por la travesía Hintertoisser era imposible. La funesta decisión de retirar la cuerda a la ida y el mal estado de la roca hizo imposible su paso por ahí y eso que los cuatro escaladores lo intentaron cuando aún era de día.
Vista la imposibilidad de continuar por la travesía, los espectadores que estaban abajo contemplaron con horror con sus prismáticos como, en una decisión de pura desesperación, empezaron a bajar por el resalte, de unos sobrecogedores 200 metros de profundidad.
Según Kurz, cuando escuchó a Von Allmen, el guardavía del Jungfrau le comunicó la tragedia de la cordada. Hintertoisser cayó hasta el pie de la pared, Rainerer fue arrastrado por una cuerda hasta el mosquetón y debió morir congelado y Angerer colgaba bajo Kurz ahorcado por su propia cuerda.
Así 3 guías de montaña de Wengen avisados por Von Allmen fueron al rescate de Toni, contradiciendo las propias instrucciones del cuerpo de no estar obligados a socorrer a los cada vez más osados y temerarios que pretendían escalar la cara Norte del Eiger, ya que entendían que estos sabían muy bien a qué se exponían al tratar de ascender por la temida pared.
Al final, las órdenes escritas son papel de borrajas cuando lo que está en juego es la vida de un ser humano, y los bravos guías de montaña no estaban dispuestos a abandonar a su suerte a un hermano de montaña.
La línea Jungfrau puso a disposición de los guías su tren cremallera que los dejó en la estación intermedia de Eigerglestscher, dónde salieron al infierno de roca, nieve y hielo a través del boquete que hay dispuesto.
Consiguieron avanzar, a pesar de las duras condiciones climatológicas, hasta 100 metros por debajo de Toni Kurz, que en esos momentos colgaba de un anillo de cuerda. Toni les informó que tenían que llegar desde arriba ya que los 100 metros que les separaban estaban ocupados por el vacío. Pero el estado de la pared, el tiempo y la hora, pues estaba anocheciendo, conviertieron la empresa en imposible.
Ante los gritos de desesperación del bravo escalador, le prometieron que volverían cuando naciera el nuevo día. Acongojados y abrumados, los guías imploraron a Toni que resistiera una noche.
No hace falta tener mucha imaginación para saber la tortura que pasó esa noche, colgado de un anillo de cuerda bajo la oscuridad, la tormenta, el intenso frío, el desprendimiento de piedras, la extenuación y el miedo a morir.
Durante esas terribles horas, témpanos de hielo de más de 20 centímetros le colgaban de las púas de los crampones, la mano izquierda se le congeló dejándola totalmente inutilizada, pero Kurz aguantaba.
Cuando al alba volvieron los guías de montaña, a los cuales se unió un nuevo miembro, comprobaron que la llama de la vida de Kurz no se había extinguido. Este hombre estaba dispuesto a desafiar las leyes de la naturaleza y a superar los límites de la resistencia física.
Pero pronto vieron que la empresa iba a ser muy complicada ya que comprobaron con horror como las rocas seguían heladas y hacían imposible su paso por ahí, incluso para estos expertos montañeros.
Aún así consiguieron avanzar a unos escasos 40 metros de Toni aunque no lo podían ver a causa que el desplome se abombaba mucho sobre el vacío. Necesitaban otra cuerda para que Kurz salvara esa distancia, pero no sabían cómo hacérsela llegar. Lo intentaron con cohetes, pero no sirvió de nada. Le preguntaron si tenía un cordino (cuerda auxiliar de menor diámetro que una normal) pero Kurz respondió negativamente.
La única solución posible era hacer que cayera el cuerpo inerte de Angerer y aprovechar su cuerda para continuar bajando. Pero para hacer eso se requería de un esfuerzo sobrehumano y más, teniendo en cuenta las condiciones físicas de Kurz, su mano congelada y totalmente inútil, pero los guías oyeron como durante una eternidad Kurz manejaba el piolet con su única mano sana y consiguió cortar la cuerda por arriba, aunque Angerer no cayó al haberse quedado congelado y pegado a la roca.
Después de este acto de valor y resistencia consiguió 8 metros de cuerda es un estado lamentable, rígida por el hielo. Durante 5 extenuantes horas se dedicó a destrenzarla con su única mano disponible y los dientes, un trabajo que en condiciones ideales es muy complicado. Durante ese tiempo se produjo un terrible alud que pasó cerca de los guías y durante el cual vieron pasar el cuerpo de Angerer. La espera fue angustiosa, pero Kurz y su tenaz determinación consiguieron lo imposible y bajó el cordel.
Los guías, exultantes ataron a él cuerdas, clavos, mosquetones y martillo, y Kurz consiguió izarlos y preparar el anillo de cuerda. Poco a poco iba descendiendo, al límite de sus fuerzas cada vez se debía sentir más cerca de la salvación. Los guías vieron aparecer sus piernas bajo el desplome, pero entonces el nudo que unía las cuerdas chocó con el mosquetón. Era demasiado grande y no pasaba por el mismo. Los rescatadores le imploraron un último esfuerzo más, Toni se quejó, estaba al límite, pero se inclinó e intentó deshacerlo con sus dientes, pero su torturado cuerpo ya no respondía, sus fuerzas se había agotado y estaba cada vez más próximo a la muerte.
Los guías, desesperados, siguieron gritándole, instándole a que sólo quedaba un nudo y que hiciera un esfuerzo más y podría dormir caliente y recuperarse, pero a Kurz sólo le quedaron fuerzas para decir " No puedo más" , una frase dramáticamente simple pero que resume la titánica lucha de este alpinista. Colgado en el vacío y a escasos metros de los escaladores murió el escalador bávaro, dejando conmocionados a los guías de montaña, que estando tan cerca, no pudieron hacer nada más para ayudarle.
Kurz no se rindió nunca, llevó su lucha hasta la extenuación y exploró los límites de la resistencia humana, y la tenacidad por seguir viviendo, cuando lo más fácil era dejarse llevar y morir. Los guías quedaron muy afectados y alguno de ellos declaró ser el día más triste de su vida.
La cara Norte del Eiger se había llevado por delante a cuatro bravos y experimentados escaladores, pero esto no iba a echar atrás a otros escaladores y alpinistas en su afán por ser los primeros en escalar la pared asesina.
Cara Norte del Eiger: épica y tragedia del alpinismo (Parte I)
Cara Norte del Eiger: épica y tragedia del alpinismo (Parte II)
Una tragedia más en el Eiger fue la de Rabada y Navarro. Muy buen artículo.
Gracias Jordi!
La verdad es que a mí esta historia me tiene impresionado. Siempre que veo el Eiger me imagino a esos valientes y amantes de los Alpes. Ves a la araña y se te pone la piel de gallina.
Sí conocía la historia de estos dos alpinistas, de hecho hemos visitado un monumento en forma de piedra que tienen en los Riglos de Mallos, en el Prepirineo de Huesca. Muy bonito!
Aún me queda concluir la historia de Toni Kurz, a ver si me pongo con la parte final
Muchas gracias por tu comentario
Extraordinario escrito. Muy sensible y realista. Lo mejor que he leído.
Muchas gracias Carlos
Es una historia que me impactó.
Excelente relato, muy bien narrada la historia, que hazaña la de estos alpinistas y otros que han luchado con la cara norte del Eiger.
Gracias
Gracias Otto! siempre es una historia que me ha fascinado.
Saludos
Esta noche vi el filme que está magistralmente hecho por su realismo. Me impresionó tanto y pude hallar este vivido relato sobre los alpinistas, sus proezas y sus épicas tragedias luchando por dominar este ogro de roca y hielo. Conmovedor e impactante como la lucha de la que es capaz un ser humano por un logro y por su supervivencia.
Hola Lisette
Sí la película es muy buena. Te recomiendo también el libro de «La Araña blanca» de Heinrinch Harrer
Saludos