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Nuestro viaje a la Selva Negra continuaba y después de visitar dos ciudades como Estrasburgo o Friburgo teníamos ganas de volver a los pueblos con encanto y a los paisajes típicos de esta adorable región del suroeste de Alemania. Así que era hora de coger el coche y circular por la famosa Schwarzwaldstraße una de las carreteras panorámicas más bonitas de Europa. Parafraseando a una famosa marca de coches: ¿te gusta conducir?
Como ese día pensábamos hacer kilómetros decidimos ir lo más al norte posible para ir bajando hasta Simonswald, nuestra base en la Selva Negra.
Enfilamos la famosa carretera durante 150 Km y una hora y media de camino. Pueden parecer muchos kilómetros, pero pocas carreteras en el mundo hacen que conducir sea un verdadero placer. Mientras circulábamos no paraba de pensar en la exuberancia y frondosidad de los bosques que nos acompañaban y cómo tenía que ser verlo con nieve, niebla o lluvia.
Lo más al norte que llegamos fue al Mehliskopf, al sur de Baden Baden. En este precioso lugar hay un centro de deportes al aire libre y cuya estrella es un tobogán de montaña (Rodelbahn). Se trata de un trineo que va en un raíl por un circuito de más de 1 Km de longitud y que puede alcanzar los 40 Km/h. Es sencillamente espectacular.
Obviamente Martina, con sus 4 años, no se podía tirar sola, pero si con un adulto. Primero lo hizo conmigo y luego con su mami, aunque se quejó de que frenaba bastante. Nos lo pasamos en grande y se convirtió en uno de los highlights de las vacaciones.
Debido a la distancia, durante la mañana no nos dio tiempo a hacer mucho más, así que hicimos un maravilloso picnic en una de las curvas de la Schwarzwaldstraße. En cualquier lugar puedes aparcar el coche y disfrutar de vistas soberbias de la región, de hecho te pararías en todas, con lo cual tenlo en cuenta a la hora de planificar el tiempo de trayecto.
El primer pueblo dónde paramos fue Baiersbronn. Habíamos visto una foto muy bonita en alguna postal, pero en esta ocasión no supimos encontrar el lugar exacto así que la verdad es que perdimos un poco el tiempo y al final nos fuimos sin encontrar lo que buscábamos. Esto no es la primera vez que nos pasa, quien nos conoce, sabe que en ocasiones organizamos nuestras vacaciones buscando una imagen que nos ha cautivado.
La siguiente parada fue Freudenstadt (literalmente la ciudad de la alegría) aunque su historia no hace honor a su nombre ya que en 1945 y durante la II Guerra Mundial fue totalmente destruida por las bombas aliadas.
Aún así, su reconstrucción nos ha deparado una preciosa plaza del mercado que tiene el honor de ser la plaza más grande de Alemania. Su forma rectangular está claramente delimitada por cuatro cuadrados bien diferenciados.
Aquí estuvimos un buen rato paseando y admirando su ayuntamiento y su iglesia gótico-renacentista. Un parque infantil muy bonito hizo las delicias de Martina y Jan y estuvimos un buen rato dejando que jugasen y disfrutasen de las vacaciones. Si por algo destacan nuestros viajes es por intentar encontrar un equilibrio entre ellos y nosotros, aunque pobrecillos, la mayoría de veces salen perdiendo. Como hemos dicho en muchas ocasiones nuestra familia practica el "spartan travel".
La tarde seguía avanzando y nosotros también debíamos hacerlo, así que continuamos hacia el sur haciendo una breve parada en Alpirsbach, famosa en la Selva Negra por su abadía y por su cerveza. Estuvimos un rato pero no nos demoramos mucho, ya que nuestro destino era Schiltach.
Schiltach es un delicioso pueblo ubicado en el corazón de la región. En pleno valle de Kinzig, sus casas de entramado de madera y tejados puntiagudos te trasportan a un cuento de los Hermanos Grimm. Alrededor, bosques milenarios de abetos componen una imagen inolvidable de la Selva Negra.
Cuesta entender como no está más publicitado ni se menciona más en las guías. El resultado es un lugar lleno de encanto con poco movimiento turístico, una de esas joyas y rarezas que quedan en el trillado ámbito del turismo.
Destacaríamos tres lugares de Schiltach: su precioso parque infantil al otro lado del río, ideal para los que viajáis con niños y desde dónde ya se aprecia una preciosa vista del pueblo y sus casas. En el mismo puente que cruza el Kinzig hay unas bonitas vistas del pueblo.
El segundo lugar es sin duda la Marktplatz (la plaza del mercado) dónde se encuentran las casas más espectaculares del pueblo, el precioso ayuntamiento pintado y una bonita fuente con el escudo del pueblo.
Las vistas desde aquí son preciosas. Contemplar la bella y tradicional arquitectura bajo un cielo azul y el verde tapizado de los abetos es inolvidable.
Si continuamos por la calle principal, a la izquierda nos toparemos con el río Schiltach, dónde es muy agradable dar un pequeño paseo. Nosotros lo aprovechamos para hacer nuestro último descanso antes de volver a nuestro alojamiento.
Césped y niños es una combinación que nunca falla y nos lo pasamos en grande jugando con los pequeños en un entorno de cuento.
Hasta aquí ha llegado la tercera parte de este diario de viaje a la Selva Negra. Recuerda que puedes acceder a las partes anteriores desde aquí mismo y si te ha gustado nos encantaría que lo compartieses en tus redes sociales.
Hola Sergio, ¿Adivina quién está mirando ruta en el último momento?
Si nos alojáramos cerca de Colmar ¿sería demasiado camino para desplazarnos a la Selva Negra? Es que estoy encontrando mejores alojamientos en la parte de Alsacia francesa que en la parte alemana. El hotel que recomiendas está completo, normal siendo las fechas que son.
Muchas gracias por vuestras recomendaciones. Cómo siempre un placer.
Gracias
Irene
ja ja ja, el otro día pensaba que como siempre ya tardabas en enviarme un mail y estuve a punto de escribirte, pero pensé, déjala que debe estar liada…
Respecto a tu pregunta, bueno no queda lejos, pero depende que zona quieras ir de la Selva Negra, pues te quedará lejos!
Ya me escribes y hablamos!
ciao guapi