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Chez Vrony es el nombre del que seguramente es el mejor restaurante de Zermatt y probablemente uno de los mejores restaurantes de montaña del mundo. Una de las peculiaridades de los Alpes y en especial de los suizos, es que combinan perfectamente montaña y excursionismo con gastronomía y hospitalidad. Es algo que siempre nos ha robado el corazón desde la primera vez que visitamos los Alpes. Poder comer, o simplemente tomar algo mientras descansas de una excursión y deleitarte mientras tanto con impresionantes vistas. En el caso del Chez Vrony (o cabaña Vrony) la panorámica es inigualable: el Matterhorn o Cervino, para los italianos, está siempre presente mientras comes ante la famosa pirámide.
Sin duda una manera de vivir más intensamente un viaje o unas vacaciones es integrándose al máximo en las costumbres locales y obviamente la cocina es la mejor manera de conocer las particularidades de una ciudad o país. En nuestro caso antes de viajar al Valais planificamos esta visita al Chez Vrony, en parte por la gran cantidad de comentarios positivos que habíamos visto. Según Tripadvisor hay 176 restaurantes en Zermatt y ¿sabéis qué puesto ocupa el restaurante que nos ocupa? el número 1. Con este resultado en la clasificación el éxito estaba asegurado así que lo incluimos en nuestra ruta para probar de primera mano su merecida fama.
Aunque aún no habíamos probado sus exquisitos platos sí que conocíamos el lugar y repetíamos. Cinco años antes nuestras vacaciones incluyeron una visita al adorable hamlet alpino de Findeln (2.051 m.) en el que se encuentra el establecimiento gastronómico.
Cómo llegar a Findeln y al Chez Vrony
Findeln consiste en dos terrazas con varios chalets desperdigados a unos 600 metros por encima de Zermatt. Una capilla blanca y varias terrazas de restaurantes con vistas al Matterhorn completan un panorama de auténtico ensueño. Podríamos decir sin temor a equivocarnos que es el paraíso de la montaña. Si en playas pensamos en las Seychelles o en la Polinesia, Findeln y sus vistas al Cervino serían su homólogo en versión montañera.
Para llegar a Findeln, podemos hacerlo cómodamente desde el funicular subterráneo del Sunnegga Express que sube en 5 minutos hasta la estación de Sunnegga. Desde aquí hay 10-15 minutos de bajada hasta el hamlet.
Nosotros veníamos de hacer la excursión de los lagos, y tras ver el maravilloso Grindjisee fuimos descendiendo hacia Findeln y el Chez Vrony.
Lo primero que llama la atención cuando llegas es el mini parque que hay montado para los niños. Un castillo hinchable enorme y una cama elástica garantiza que los pequeños coman muy rápido y os dejen un buen rato de tranquilidad e intimidad. Ellos felices y vosotros también, ¿qué más se puede pedir?
La entrada al Chez Vrony es deliciosa. Enseguida ves que todo está cuidado al máximo. Los exteriores son dignos del mejor decorador y paisajista. Cientos de detalles captarán vuestra atención antes de sentaros a comer. Tumbonas de madera encaradas hacia el Cervino para tomar el sol en el mejor de los paisajes entre mantas, velas y flores.
Cuando te instalas en la mesa puedes observar a mucha gente tomando el sol, comiendo o simplemente tomando un capuccino con un trozo de pastel casero y es que no nos engañemos, los precios son caros y esto es Suiza, pero de una manera u otra tenéis que venir aquí y al menos tomaros algo en este magnífico lugar.
En verano la clientela es variopinta, desde ciclistas (Sunnegga es ideal para la práctica de mountain bike), excursionistas o gente más arreglada que sube hasta aquí simplemente a comer. Imaginamos que en invierno el ambiente será más elitista, pero nosotros nos sentimos muy cómodos en este aspecto.
Además Chez Vrony posee mucha historia, la historia de la familia Julen, que ya en 1.900 construyó esta casa. Una época en que Zermatt era poco más que un pueblo de montaña. Ahora es un restaurante consolidado, pero en sus inicios sólo era una granja alpina a la que posteriormente le añadieron un salón de té. Por entonces ni el esquí era un deporte tan famoso como hoy en día ni existían funiculares o telesillas, así que el negocio familiar fue avanzando con más dificultades de las que podemos intuir hoy en día. Toda una saga familiar fue desarrollando la casa y posteriormente el chalet hasta que tomó las riendas Vrony y le dio el impulso definitivo para convertirlo en lo que es hoy en día, un restaurante que combina la tradición de un clásico chalet de montaña del Valais con los elementos más modernos y confortables que pueda haber.
Si queréis saber algo más de la historia de esta saga familiar y del restaurante no dudéis en pedir el libro del restaurante para que podáis hojearlo.
Qué comer en Chez Vrony
Los platos están basados en la cocina tradicional valasiana pero con toques contemporáneos y muchas recetas actuales se han mantenido intactas desde inicios del s. XX.
Otro de los éxitos de Chez Vrony es que la mayoría de los ingredientes son propios. Las vacas son compradas cada primavera, por lo que la leche y la carne que sirven tienen una calidad excelente al estar los animales alimentados con pienso orgánico. Asimismo, disponen también de un criadero de truchas, así que incluso aquí en plenos Alpes es posible comer un excelente pescado, totalmente fresco.
Ya en la mesa, y tras hojear la carta, optamos por probar platos típicos del Valais y de su cocina de montaña. El entrante clásico son la carne seca, la salchicha casera y el queso del Valais, como veis, una tabla llena de color y sabor y que es ideal para compartir entre 2 o 3 personas ya que el plato es bastante completo. El precio es de 33 CHF.
De plato principal Isa pidió el clásico Rösti alpino, que combina el bacon, el queso alpino, patata, jamón y huevo frito, un auténtico y delicioso recupera calorías. 26 CHF cuesta esta maravilla.
Yo, por mi parte, quise probar algo nuevo y me decanté por un exuberante plato de raviolis al queso de cabra de los Alpes con mantequilla, nuez de tomillo y pera caramelizada. Aún hoy, medio año después, se me hace la boca agua, describiendo esta auténtica maravilla de plato y recordando sus gustos y texturas. Sólo 29 CHF por entrar en el paraíso.
Los niños mientras tanto pidieron los clásicos nuggets, pero estaban riquísimos. Martina no paraba de decir que eran los mejores que había probado en su vida. Doy fe de ello, ya que hasta yo quise probarlos.
Los postres fueron otro acontecimiento culinario y gracias a la recomendación de nuestra camarera, probamos el mix de postres, cuyo precio es de 29 CHF y que fue un maravilloso colofón a una comida que tardaremos en olvidar.
Los pequeños también tuvieron su postre, y es que en Chez Vrony todo está cuidado al máximo detalle y los niños también son el centro de sus atenciones.
El trato es genial, nuestra camarera era amable y simpática y los dueños también van apareciendo para ver que todo está bien. En verano y en un día soleado, aunque luego se fue tapando, el interior estaba vacío, aunque en invierno y en plena época de esquí debe estar abarrotado. Sus salas también son dignas del mejor interiorista y lo primero que piensas es que es profundamente acogedor.
Tras la comida nos fuimos al parque infantil del restaurante para ver cómo nuestros pequeños se lo pasaban en grande y sobre todo para seguir disfrutando del grandioso entorno natural y de los magníficos exteriores del restaurante.
Ya sabéis, si visitáis Sunnegga, no podéis olvidaros de Findeln y de Chez Vrony, ni que sea por curiosidad o simplemente para tomar un capuccino ante el mítico Matterhorn.
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