Tabla de contenidos
Arezzo y Cortona son dos pequeñas ciudades increíblemente bellas pero mucho menos concurridas que otros totems turísticos de la Toscana. La segunda vez que visitamos la zona, decidimos alejarnos de las bellas, pero super concurridas Florencia, Pisa o Siena. Ya habíamos dedicado otro viaje a visitar sus imprescindibles museos y obras de arte, pero en esta ocasión, teníamos ganas de olvidar las colas y las multitudes, por eso, optamos por alojarnos en una preciosa villa con piscina situada en el término municipal de Castiglio Fibocchi, una zona de campos de viñas del este de la región.
Además de las bondades del lugar del cual hablaremos en otro post, su situación era idónea para visitar Arezzo, una de las ciudades más pequeñas y también más bonitas de esta parte de la Toscana.
Qué ver en Arezzo
Arezzo está escondida dentro de un extrarradio sin ningún interés, pero una vez dentro es como volver a tiempos medievales y del Renacimiento. Es tan poco conocida y está tan alejada de las grandes rutas turísticas, que visitar Arezzo es como realizar un viaje en el tiempo y compartirlo con las gentes del lugar. Una ciudad que en verano se despierta somnolienta y pausadamente mientras el sol toscano empieza a caldear el ambiente.
La ciudad, como muchas otras, tiene su centro neurálgico en la Piazza Grande, el lugar dónde todos los arentinos quedan para tomar un cappuccino, una plaza jalonada por palacios y torres, dónde los ciudadanos prominentes de la ciudad exponían el orgullo y fama de sus familias a través de los blasones.
Al encanto original de la plaza, hay que añadirle que aquí se rodaron escenas de La Vida es Bella del genial Roberto Benigni, como por ejemplo, el momento en que el actor intentaba cortejar a su "principessa" o cuando trabajan en el anticuario. Benigni ya sabía lo que se hacía al elegir este lugar, ya que transmite perfectamente ese ritmo lento, alegre, pausado y feliz de la vida en este lugar. En la misma plaza aparte de los palacios o la casa dónde nació el humanista Petrarca, merece una especial atención la Pieve di Santa Maria, una encantadora iglesia de estilo románico pisano.
Una vez admirado y disfrutado las obras de arte de la Piazza Grande pudimos dar un paseo por el Passeggio del Prato, junto a la catedral y los restos de una fortaleza construida por los Medicis, la gran familia florentina que en 1384 incluyó Arezzo en sus dominios.
Pero si por algo es reconocida mundialmente la ciuda, es por el ábside de la Iglesia de San Francesco, dónde se encuentran los famosos frescos de Piero della Francesca, basados en la leyenda de la Vera Cruz. La tradición, la leyenda y el arte se unen para explicar el origen y la madera que se utilizó para construir la cruz dónde se crucificó a Jesucristo.
Uno de los alicientes de la Toscana, y Arezzo no es una excepción, son sus alojamientos. Dormir en la Toscana, en una de sus villas con piscina es parte del encanto de esta región. Descubre los alojamientos más auténticos aquí.
Al salir de Arezzo nos dirigimos al sur a través de maravillosas carreteras flanqueadas de campos de girasoles, viñas, olivos y cipreses. Tardamos bastante en llegar a Cortona, ya que nos íbamos parando para hacer fotos de los maravillosos paisajes toscanos. Para el recuerdo quedan fotos con nuestro entonces bebé de 5 meses, Martina.
Qué ver en Cortona
Una hora al sur, y casi en el borde que separa las regiones de la Toscana y la Umbría, se encuentra Cortona, una empinada ciudad asentada en una colina que a pesar de su belleza está lejos de estar masificada y llena de turistas, y eso que los visitantes se han incrementado desde que en la apacible ciudad se rodaran escenas de la película Bajo el Sol de la Toscana, basada en el famoso bestseller. Y es que Francesca y sus aventuras por esta región de la Toscana cautivaron a tanta gente que incluso algunos cambiaron de vida y se mudaron a Cortona y al Valle de Orcia.
Antes de llegar a Cortona, nos quedamos maravillados por la austeridad de la iglesia de Santa María del Calcinaio, con planta de cruz griega y que nos recordó mucho a San Biagio, en Montepulciano.
Al llegar a Cortona lo mejor es aparcar bajo sus murallas y subir andando. Como en muchos sitios las mejores horas son por la mañana, bien pronto o atardeciendo cuando la calor es menos intensa y la subida más llevadera. La pequeña caminata nos llevó al centro de la ciudad a través de empedradas calles de marcado acento medieval hasta desembocar en la Piazza della Repubblica y en la Piazza Lucca Signorelli, dónde destaca el Palazzo Comunale y su larga escalinata.
Nosotros no acabamos aquí nuestra visita, continuamos subiendo y a partir de aquí... la gente desapareció y de repente nos encontramos paseando por una Cortona desierta y auténtica. Llegamos a las pequeñas y entrañables iglesias de San Cristóforo y San Niccolo. Por último, nuestro esfuerzo se vió recompensado con las excelentes vistas de Cortona y de la región que pudimos disfrutar desde los restos de la fortaleza medicea. Justo al lado, se encuentra el santuario de Santa Margherita, dónde se respira paz y tranquilidad. Un lugar ideal para reponer fuerzas, tanto físicas, como espirituales.
Y depende qué hora sea y el cansancio que hayáis acumulado subiendo las cuestas de Cortona, siempre podréis acercaros al Lago Trasimeno, en la vecina región de la Umbría a pegaros un chapuzón y visitar el agradable pueblo de Castiglione del Lago.
Arezzo y Cortona se pueden visitar en un día y son paradas obligatorias en cualquier ruta por el sur de la Toscana.
Si queréis conocer más sitios en la Toscana hacer click en los siguentes enlaces:
Pienza y Montepulciano: Ruta bajo el sol de la Toscana
Hola. Que ciudad les gustó más…Cortona o Arezzo? Y por qué….gracias
Hola Daniel
Pues si tuviera que elegir creo que Arezzo, ¿y tú?
Saludos