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La Selva de Mar es uno de los secretos mejor guardados de la Costa Brava en su zona más norteña. Y es que el tener el mar a 2 Km le ha permitido quedar a resguardo del turismo de playa y le ha convertido en uno de esos lugares con un encanto propio y dónde los días de verano pasan lenta y apaciblemente.
Su situación junto a Port de la Selva, la convierten en un lugar privilegiado para conocer otros pueblos y monumentos de la comarca de l'Alt Empordà, como el propio pueblo pesquero de Port de la Selva o el Monasterio de Sant Pere de Rodes.
¿Dónde está?
El pueblo está en la comarca de l'Alt Empordà, a 2 km de Port de la Selva y a 170 Km de Barcelona y poco más de dos horas de trayecto desde la capital catalana.
Su acceso es sencillo gracias a la autopista AP-7. Luego hay que tomar la salida 4 en dirección Figueres y Roses y continuar por Nacional II hasta Port de la Selva. Justo antes de entrar al pueblo hay un desvío hacia la derecha que lleva a La Selva de Mar.
Hay que dejar el coche a la entrada del pueblo, en un aparcamiento gratuito, ya que dentro sólo pueden circular los vecinos del pueblo.
Qué ver en la Selva de Mar
Situado en un pequeño valle, a los pies de la montaña de Verdera, en la sierra de Rodes, este pequeño pueblo es una muestra perfecta de la arquitectura popular ampurdanesa, con casas tradicionales, muchas de ellas realizadas con pizarra, material abundante en la zona.
Sus casas blancas con puertas y ventanas de vivos colores han sido restauradas y decoradas con un gusto exquisito por muchas personas que tienen aquí su segunda residencia y que pueden disfrutar de las cercanas playas de Roses, Port de la Selva o Llançà y al mismo tiempo se pueden retirar por la tarde a un auténtico remanso de paz y tranquilidad.
Y es que estas casas de cuento, sus calles empedradas y sus pequeños puentes de piedra que salvan la riera, invitan al visitante a pasear y a descubrir todos los rincones secretos de este pequeño, pero encantador lugar.
Y es que la magia de este pueblo está en recorrer sus pequeñas callejuelas para descubrir aún más coquetos recovecos.
En el centro del pueblo destaca la iglesia de Sant Esteve, del siglo XVI, aunque gravemente dañada durante la Guerra Civil. Muy cerca la Casa Can Vives es conocida por tener adosada una torre de defensa. Es una de las cuatro que quedan de las antiguas murallas del pueblo y que servían de defensa ante los ataques de los piratas.
La riera va marcando el sentido de la visita que nos llevará a lugares tan emblemáticos de la villa, como el lavadero público, uno de los pocos que hay en Catalunya que aún están en funcionamiento.
Interesantes de ver también son la Fuente de Mollor y sobre todo la de Lledoners, en la parte final del pueblo y cuyas aguas mineralizadas son muy reconocidas. No dudéis en beberla y en llenar vuestras cantimploras. Mucha gente trae garrafas para llevárselas de vuelta a Barcelona.
El lugar además es precioso, con tres plataneros de 20 metros de altura que proveen de sombra y frescor al entorno, algo de agradecer durante los meses de verano.
La Selva de Mar es un coqueto y pequeño pueblo que se podría visitar rápido pero que os aseguramos que os atrapará con su encanto y que hará que estéis más tiempo del previsto, seguramente cenando en la calle en alguna de sus terrazas mientras contempláis a los niños jugar en la calle. Un lugar dónde el verano se escribe con mayúsculas.
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