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Cuando me planteé visitar los Mallos de Riglos, no imaginaba que me impresionaran tanto. Algo había leído en alguna revista de viajes, pero curiosamente las fotos no eran espectaculares y nada me hacía presagiar semejante espectáculo de la naturaleza. A toda mi familia le encantó, incluido Jan que con dos años cada vez que ve una montaña o una formación rocosa parecida no para de repetir "los mallos, los mallos".
Los Mallos de Riglos son una especie de farallones rocosos de un característico color rojizo debido, en gran medida, a su formación arenosa y arcillosa. Algunos tienen casi 300 m de altura y su aspecto es realmente imponente.
Cómo llegar
Estos gigantes de la naturaleza están situados en el Prepirineo de Huesca a menos de 50 Km al oeste de Huesca y se accede a ellos por una bonita carretera, la A-132. Antes de entrar en el "Feudo de los Mallos" hicimos una parada en Ayerbe, población que destaca por una peculiaridad; se dice que es la única en el mundo en que la Iglesia y la torre del reloj no forman parte del mismo edificio.
Los Mallos de Riglos
Tras dejar Ayerbe, nos dirigimos hacia los Mallos de Riglos. En una curva situada justo antes de llegar, hay un descanso en el cuál apenas caben dos coches, desde allí se puede admirar una sensacional estampa del pueblo con los mallos como gigantes custodiándolo. Justo en este punto, podréis observar un pequeño monumento homenaje a los alpinistas Alberto Rabadá y Ernesto Navarro, fallecidos en la pared norte del Eiger (Suiza). Al llegar a Riglos, el coche se puede estacionar en un aparcamiento gratuito situado justo a la entrada, este pequeño núcleo rural es una de las mecas de la escalada y su tranquilo aspecto se ve animado por grupos de jóvenes y montañeros que pernoctan en un Albergue situado a los pies de los Mallos.
El pueblo en si es espectacular, con sus casas blancas, y la iglesia bajo la opresiva presencia de los mallos. Tras una corta pero intensa subida llegamos a la iglesia y a un agradable parque para niños ideal para hacer un descanso, pero sobretodo, ideal para contemplar de cerca y desde la base las fantásticas formaciones rocosas. Desde aquí es fácil maravillarse con la valentía y destreza de los escaladores y ver escenas dignas de película. Si te llevas unos prismáticos, no te arrepentirás. Aprovechamos ese rincón especial para disfrutar de unos bocatas mientras observábamos la actividad deportiva de los montañeros.
Existen otros pueblos como Murillo de los Gallegos o Agüero desde los cuales también se pueden admirar los mallos, aunque nosotros no los visitamos, no obstante, Riglos de Mallos te da una perfecta de idea de la grandeza de esta zona de nuestro país.
Si crees que no vale la pena ir a ver estos monumentos naturales, quizás te acabes de convencer si piensas que a tan sólo 15 minutos está el famoso castillo de Loarre, del cual pronto hablaremos.
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