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La casa de Ana Frank es el clásico museo que todo el mundo tendría que ver alguna vez en la vida. La Segunda Guerra Mundial ha dejado muchos testimonios mudos, pero que aún así transmiten mucho horror, de un conflicto que asoló a la humanidad. Amsterdam fue una de las ciudades más golpeadas por la intolerancia nazi.
Estamos ante un museo-exposición muy intimista, centrado en la vida de una niña adolescente que hubiera sido una más si no hubiera sido por la desgracia que le tocó vivir. Escribir su diario, fue su canto a la vida y su rebelión contra la apisonadora nazi. Ahora, éste es inmortal y es una de las pocas defensas que tenemos ante las nuevas barbaries y atrocidades que se perpetran en el mundo.
Ana Frank
Con este museo es imposible hablar de forma neutra y práctica. Disculpad si entendéis que nuestro tono es muy personal y subjetivo, pero es de esos artículos que se escriben con el corazón. Por favor tened en cuenta que las fotos pertenecen al museo. No consideramos apropiado fotografiar los pocos metros cuadrados dónde Ana y los demás vivieron durante dos años. Nos parecía atentar contra su intimidad y su memoria y además nos parecía muy banal perder el tiempo haciendo encuadres o esperando que saliese alguien de en medio de la foto.
La historia de Ana Frank
Ana Frank nació en Frankurt en 1929 y ya siendo muy pequeña, en 1933, tuvo que emigrar a Holanda ante la creciente animadversión y presión sobre los judíos. La familia se estableció en Amsterdam y vivió con relativa tranquilidad hasta 1940, tras la invasión nazi de los Países bajos. Tras un aviso de deportación a la madre de Ana, la familia ideó un plan de escape y ocultamiento en un edificio común de la Prinsengracht en Amsterdam.
El edificio tenía las funciones de una empresa local, pero tenía la particularidad que tenía un anexo secreto que daba a la parte de atrás (de ahí viene el nombre que Ana dio originalmente a su diario: Het Achterhuis, la casa de atrás).
Es justo reconocer y ensalzar la labor de varias personas que se encargaron de atender todas las necesidades de los refugiados y sobre todo de mantenerlos ocultos durante más de dos años. Semejante actitud estaba castigada con la pena de muerte, por lo que también podemos considerarlos unos héroes, cuando la mayoría de la gente lo que hacemos es mirar a otro lado.
Aquí estuvieron escondidos hasta el 4 de agosto de 1944 junto a otra familia y un dentista judío. Ese fatídico día, una inspección casual de la Gestapo detectó a las dos familias y fueron arrestadas y trasladadas primero a Auschwitz y posteriormente al campo de Bergen-Belsen. Allí falleció Ana en marzo de 1945. Su castigada vida no pudo superar el Tifus. Su hermana Margot también murió de la misma enfermedad. Todos salvo su padre Otto, perdieron la vida en el campo de concentración. La guerra tocaba a su fin, pero no así la barbarie nazi.
El diario de Ana Frank (Het Achterhuis)
Ana empezó a escribir su diario poco antes de esconderse en el refugio de "la casa de atrás". Acababa de cumplir 12 años y llamaba a su diario Kitty, en recuerdo a una amiga de estudios. Su diario se convirtió en su "amiga del alma" ante la falta de compañeras que provocaba el confinamiento en la casa. Como hiciera Primo Levi relatando sus experiencias en Auschwitz, lo que más sorprende del diario, es la naturalidad y espontaneidad con la que escribe Ana. Su tono es el de una niña pre adolescente que relata su vida diaria. Habla de sus estudios, de sus ilusiones, de su compañeros refugiados o de las relaciones con sus padres. Todo ello bajo el contexto de la reclusión en el edificio y la persecución nazi.
La visita al museo
En muchos museos las audioguías son de pago y muchos optamos por no gastar más dinero del necesario, pero en la casa de Ana Frank te las dan gratis y además están disponibles en español. Y es que en un museo como este, las explicaciones son muy necesarias, para por lo menos tratar de imaginar cómo fue la vida de Ana y su familia encerrados entre estas paredes pero que al mismo tiempo los mantuvo ocultos de los nazis durante dos años.
En cada sala hay que acercar la audioguía a un interruptor para que aquella comience su explicación. En la primera parte de la visita destaca las escaleras que suben a la primera planta dónde estaba ubicada la oficina de la empresa con vistas a la calle y el canal. Esta sala es muy interesante porque muestra el negocio y la tapadera que sirvió para ocultar a Ana y los demás.
Personalmente me gustó mucho este espacio ya que pudimos conocer a través de fotografías y de la propia audioguía a los héroes que dieron refugio a Ana y a otros judíos. Miep Gies, Elizabeth Voskuijl, Víctor Kugler y Johannes kleimann eran los únicos empleados que conocían la existencia del escondite y sus ocupantes. Ellos, junto al marido de Miep, Jan y el padre de Elizabeth, Johannes Hendrik, consiguieron el milagro de mantener a salvo a los inquilinos de "la casa de atrás".
Tras pasar por otras habitaciones utilizadas como oficinas y varios estrechos pasillos, típicos de los edificios holandeses llegamos por unas empinadas escaleras a la tercera planta, dónde se encuentra el "anexo secreto" oculto tras una estantería.
Al retirar la estantería otras escaleras nos llevan a una cuarta planta, dónde se encontraban las habitaciones de los refugiados. Pudimos ver la habitación de los padres de Ana Frank y la propia habitación de ella y su hermana.
Impacta mucho ver como aún se mantienen los recortes de periódicos y revistas dónde Ana expresaba sus anhelos de adolescente: las actrices y cantantes del momento poblaban las paredes de esta habitación. Era el único contacto con el exterior de una niña que se hacía mayor y empezaba a tener sus ídolos como cualquier adolescente de hoy en día.
Otras escaleras llevaban a una estancia superior dónde había una habitación muy espaciosa dónde dormían otra pareja de refugiados judíos, y que se hacía servir como cocina y comedor.
Desde aquí también partían otras escaleras que llevaban a un loft en el ático y dónde dormía otro joven que huía de la represión nazi.
Una vez hecha la visita es muy interesante pasear por la pequeña exposición de fotografías de Ana Frank y su familia. Impacta ver esas fotos en blanco y negro de una niña alegre yendo a clase, jugando con sus amigas o simplemente participando en una fiesta de cumpleaños. Los que sois padres podréis entender el nudo en el garganta que se forma al comprender que no siempre podemos garantizar el destino y la seguridad de nuestros hijos, de ver cómo una niña con 9 años comía un trozo de tarta en un cumpleaños y que con 16 años moría en un campo de concentración.
Es una colección de fotografías que te hace empatizar profundamente con Ana y su familia. Aquí estuvimos un buen rato, como si con nuestra observación e interés, pudiéramos mantener viva la llama de Ana Frank.
Enfrente de la sala de fotografías, hay un pequeño cine dónde personas anónimas y personajes famosos hablan de Ana Frank y su historia, el cual también recomendamos mucho, por ser muy interesantes las reflexiones que hacen. En especial, emocionan las explicaciones de su antigua profesora, y sobre todo de su padre Otto Frank.
Al finalizar podéis pasar por la tienda del museo y aprovechar para comprar el diario de Ana Frank. Como obra universal que es, está escrito en decenas de idiomas, así que no tendréis problemas para encontrar vuestra versión en español.
Entre la visita a la casa y la exposición fotográfica contad una hora y media aproximadamente para hacer todo el recorrido y es que la casa de Ana Frank no es de esos sitios que pasas salas y habitaciones a toda velocidad, sin saber prácticamente que estás viendo.
La Casa de Ana Frank con niños
El museo tiene una clara vocación educativa y pedagógica. Son incontables las actividades y proyectos que tienen con la infancia y la juventud. Su labor en aras de la paz, la tolerancia y el respeto es encomiable.
En nuestro caso hicimos la vista con una niña de 10 años y otro de 7. La mayor, desgraciadamente, tiene que empezar a ver la realidad que nos rodea y empezar a formarse sus propias opiniones y espíritu crítico. Creemos que fue una visita muy ilustrativa para ella y aunque le mostramos la maldad que puede anidar en el ser humano, estamos seguros que reafirmamos los valores tolerantes y abiertos que les queremos inculcar.
El pequeñajo, aunque sin entrar en muchos detalles escabrosos, y de una manera muy simplista, entendió porque Ana y su familia tuvo que esconderse en esta casa. Meses después de hacer la visita recuerda perfectamente que estuvo en una casa secreta dónde vivía una niña escondida.
Casa Ana Frank Entradas
ACCESO
PRECIOS
HORARIOS
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La casa de Ana Frank tiene unos horarios muy amplios, de hecho de se puede entrar de noche. Si vais una tarde de agosto como fue nuestro caso, contad dos horas y media de cola de pie en la calle. Amsterdam es una ciudad muy visitada y turística, y el museo no se salva de las hordas de la gente. Sed listos y hacer la visita a última hora de la tarde. El museo cierra por la noche, así que podéis aprovechar cuando todo el mundo ya está cenando o de vuelta a sus alojamientos. Y si no, sacad vuestras entradas por internet para que os den fecha y hora. Vuestras piernas lo agradecerán.
Sin duda, luego de unos años, van a recordar los maravillosos momentos que pasaron allí compartiendo y divirtiéndose, pero también el lugar donde se criaron y donde ustedes como padres les enseñaron todo lo necesario para que fueran niños sanos e inteligentes.