Guía de visita a Praga

Praga es una de las ciudades más encantadoras que hemos visitado. Semejante afirmación no es gratuita y se explica con los innumerables atractivos arquitectónicos que posee; iglesias, palacios, torres, cúpulas y estatuas que componen este recital de arte y arquitectura. Sin duda, la mejor manera de entender lo que decimos es ir al Puente Carlos (Karluvmost), seguramente uno de los puentes más bonitos del mundo y contemplar en dirección a la ciudad vieja (Staré Mesto) la multitud de torres, cúpulas y agujas que surcan el cielo de Praga. Hacia el oeste, las vistas también son soberbias, con el barrio pequeño (Malá Strana) y el imponente castillo en lo alto de la ciudad (Hradcany) como reclamos más importantes.

Visita a Praga

La ciudad está claramente diferenciada en cinco barrios principales como si de un parque temático se tratase. Cada uno con su particular esencia y espíritu. En posteriores entradas hablaremos de ellos más a fondo pero a modo introductorio os diremos que está dividida en:

Staré Mesto (Ciudad Vieja) que se caracteriza por su preciosa plaza Staromeské Namesti, quizás la más bonita en la que hemos estado nunca, seguida de Nuestra Señora de Tyn, una iglesia de cuento de hadas, y sin olvidar, su famoso reloj astronómico. Muy cerca de este punto neurálgico, y dirigiéndonos hacia el norte, encontramos Josefov (Barrio Judío) testimonio del pasado y del horror del Holocausto con su cementerio y sinagogas. Más al este se divisa Nové Mesto (Ciudad Nueva) dónde se encuentra el Museo Nacional Checo, el teatro, la Ópera, los grandes bulevares y zonas comerciales. Cruzando el río Moldava por el fotogénico Puente Carlos nos topamos con el coqueto y recogido barrio de Malá Strana (Ciudad Pequeña) dónde abundan rincones llenos de encanto y que hacen que sea la Praga más romántica. Por último y al norte de Malá Strana se encuentra Hradcany (Barrio del Castillo) dónde está la propia fortaleza medieval, la catedral de San Vito y la parte noble de la ciudad.

Nuestra señora de Tyn en la plaza de la ciudad vieja

Alojamiento y vuelos

Muchas compañías viajan a Praga, Iberia, Lufthansa, Air France e incluso, buscando con tiempo, podemos encontrar vuelos de bajo coste con Vueling o Smartwings que salen  desde ciudades como Barcelona, Málaga o Valencia.

Respecto al alojamiento todo depende del presupuesto, pero lo ideal es alojarse en el centro. Alejados del centro pero bien comunicados por tranvía, hay varios hoteles de correcta calidad y más asequibles económicamente, pero seguramente si buscas un alojamiento barato en Praga y más si viajas en familia como nosotros, puedes localizar apartamentos como los que oferta GowithOh en su página web.

Malá Strana romántica

Gastronomía

Praga tiene una gastronomía contundente y sabrosa, propia de un clima frío y riguroso. Aquí fue donde por primera vez empezamos a apreciar la gastronomía local en nuestros viajes.

Las carnes de cerdo y buey son los platos principales de su cocina y su plato estrella el Goulash. Aunque originario de la vecina Hungría, la carne y el especiado es realmente delicioso y ese aroma se extiende por los alrededores de las cocinas de los restaurantes. Su olor es tan característico que vuelves a tu ciudad de origen sin habértelo quitado de la pituitaria. El plato se sirve acompañado de las Knedlíky, unas deliciosas bolas de patatas o pan. Además, este guiso se suele acompañar de varios tipos de pan así que si te pasa como a mí, que eres un aficionado a este carbohidrato, este es tu paraíso particular.

Entre sus platos, también destacan las sopas, muy suculentas e ideales para combatir el frío, como la de cebolla o la de salchicha de frankfurt: buenísimas y nutritivas. Eso sí, si no te gusta encontrar tropezones como le sucede a mi mujer, mejor decántate por otra elección culinaria.

Para acompañar estos platos, la excelente cerveza checa es casi obligatoria, y decimos casi obligatoria, porque esta bebida nunca forma parte de nuestro menú. Hay varias famosas como la Pilsner o innumerable variedades locales que convierten Praga y Chequia en un paraíso para los amantes de la cerveza. No olvidemos tampoco la cerveza negra de fuerte sabor.

Y para rematar la faena un buen digestivo como el famoso Becherovka que ayuda a bajar la comida. Absolutamente recomendable diría yo, y detestable según mi mujer. Depende del prisma desde dónde lo mires...

Becherovka

Ya sabéis, no os olvidéis de probar la deliciosa gastronomía checa ya sea en una acogedora taberna o en una preciosa terraza a orillas del Moldava en el barrio Malá Strana.

Compras

La capital checa es un buen lugar para los amantes del shopping. Sin duda la estrella es el cristal de bohemia, muy apreciado por su calidad y su belleza. Nosostros compramos unas copas hace casi 15 años y aún lucen como nuevas. Las joyas diseñadas con ámbar son muy bonitas y no tan costosas como las que llevan metales preciosos. También son muy famosas las marionetas, aunque para encontrarlas de calidad hay que buscar y pagarlas.

La mayoría de tiendas para comprar cristal de Bohemia o ámbar son las que están situadas en la calle Karlova y en los alrededores de Stare Mesto (Ciudad Vieja). Si buscáis un poco, podéis encontrar verdaderas maravillas.

Marionetas de Praga, cortesía de nuestros amigos Manuel y Neus

Nuestro consejo estrella para visitar Praga, no apto para dormilones.

Una de las cosas de las cuales me he alegrado más de hacer durante nuestros viajes es levantarme un día antes de amanecer y visitar la ciudad en esos momentos del día. En una ciudad tan turística como ésta, aún se agradece más. Visitar la plaza de la Ciudad Vieja, el Puente Carlos y sus lugares emblemáticos,  prácticamente,  solo acompañado de tu cámara es una sensanción indescriptible. Ver cómo amanece la ciudad desde el Puente Carlos es algo que no olvidaré jamás, tanto que al día siguiente me tuve que levantar otra vez a las cinco de la mañana para contemplar junto a mi mujer el espectáculo de la ciudad despertando al alba.

Os dejamos una foto que ilustra perfectamente la belleza del lugar y el encanto de la hora. Una joya que ahora preside una de las paredes de nuestro dormitorio. Perdonad la calidad, pero entonces no había digitales, pero disfrutábamos como niños con nuestra Nikon D60.

Amanecer en Praga