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Cochem asiste a un intenso crecimiento turístico gracias a su cercanía al aeropuerto de Hahn, operado por compañías low-cost, y gracias a atractivos turísticos semi-desconocidos fuera de Alemania como por ejemplo: su castillo, el Reichsburg que sin temor a equivocarnos, podemos afirmar que se trata de uno de los castillos más bonitos de Europa.
Asimismo, su proximidad a Bernkastel-Kues (su rival turística) la convierte en un destino ideal para conocer el bucólico Valle del Mosela, dónde colinas repletas de viñedos producen alguno de los vinos más importantes de Alemania.
Llegamos a Cochem bajando por una carreterita deliciosa que cruzaba un espeso bosque. De repente éste desapareció y dejó paso a los famosos viñedos de la región, que en esta época estaban podados. Abajo el Mosela nos mostraba como los habitantes de esta región han basado y configurado sus vidas entorno a este importante río.
Era Navidad y a la entrada del pueblo había un pequeño pero encantador mercado de Navidad con varias atracciones para los más pequeños, así como una carpa gigante para comer sin tener que preocuparse por las inclemencias del frío invierno alemán.
Lo primero que vimos fue su monumento-mural dónde se detalla la historia de Cochem desde su fundación alrededor del año 866 hasta los últimos acontecimientos del S.XX sin olvidar, obviamente, las dos guerras mundiales que asolaron Europa.
Las sucesivas desgracias históricas de la población, incluyendo la destrucción del pueblo y de su castillo en 1689 por las tropas francesas de Luix XIV han configurado de una manera muy significativa el carácter de los habitantes de Cochem.
Precisamente el francés Louis Ravené reconstruyó el castillo entre 1868 y 1877 lo que a la postre sería un gran acierto para el desarrollo turístico de Cochem de finales del S.XX hasta nuestros días. Los caprichos del destino hicieron que los franceses destruyeran la localidad y que un compatriota suyo fuera quien precisamente devolviera la vida al famoso castillo del Reichsburg.
Pero si la historia ha condicionado fuertemente a la ciudad, el río Mosela también ha ejercido su influencia de manera decisiva en el carácter de estas gentes. Aparte de ser una importante fuente de vida, economía y comercio, las crecidas de este río han sido muy destructivas a lo largo del tiempo añadiendo así más dificultades a los habitantes de Cochem y de las localidades vecinas del valle del Mosela.
En diversas fachadas de las casas que hay a la entrada del pueblo podemos comprobar las marcas de hasta dónde llegaba el agua desbordada por la crecida del río. No podíamos creer como el agua podía cubrir hasta más de 4 metros y en fechas tan recientes como 1993. Tratamos de imaginar las tareas de limpieza y de reconstrucción, aunque nos advirtieron que sus habitantes están acostumbrados y que ya toman las medidas preventivas destinadas a minimizar el impacto de las inundaciones.
Nuestro paseo continuó admirando los restos de la muralla, como la torre de Endert o la caseta del guarda que hay junto a la torre. Seguimos por la iglesia del pueblo hasta llegar a la encantadora plaza del mercado dónde se encuentra el Ayuntamiento y las típicas casas de entramado de madera.
En el centro de la plaza pudimos admirar la bonita fuente de Martín y un precioso árbol de Navidad. Tras hacer las fotos de rigor volvimos sobre nuestros pasos para coger el coche y subir al Reichsburg no sin antes admirar las casas que hay en la ribera del Mosela.
Éstas están separadas por un paseo en el cual podréis encontrar varias terrazas para tomaros una buena cerveza o uno de los excelentes vinos Riesling típicos de la región. Os recomendamos cruzar el Mosela y hacer fotos desde el otro lado del puente con la vista de las casas de Cochem, el río y el imponente Reichsburg en lo alto de la colina.
El Reichsburg es un increíble castillo de estilo gótico tardío construido alrededor del año 1000 por el Conde Palatino Ezzo. Estuvo en ruinas casi 200 años desde la destrucción por el ejército del Rey Sol en 1689 hasta la reconstrucción de Louis Ravené en 1868. Durante el S.XX fue pasando por diferentes manos, llegando incluso a ser sede de una escuela de economía.
Actualmente y desde 1978 esta construcción pertenece a la ciudad de Cochem y está empezando a despegar como reclamo turístico. Nuestro consejo es que lo veáis antes de que se convierta en un hervidero de turistas que con total seguridad lo hará.
Y es que la planta del castillo es soberbia, y las vistas de Cochem a 100 metros de altitud sobre el río Mosela son sensacionales. Otro consejo que os damos es que lo veáis anocheciendo, la iluminación es muy romántica y si lleváis trípode las fotos son espectaculares.
Como estábamos en Adviento, tuvimos la suerte de ver una representación de la Navidad entre las murallas y pudimos pasear por un pequeño pero encantador mercado de Navidad que celebraban en uno de sus patios.
Esta es Cochem, una ciudad que ha sabido aguantar los embates de la historia y que ahora mira al futuro con optimismo e ilusión ofreciéndonos un patrimonio arquitectónico bello y típicamente germano. Ubicada en un entorno natural inigualable y que dispone de una gran variedad de caminos para hacer senderismo y ciclismo. ¡No te lo pierdas, seguro que no te decepcionará!
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