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El catarismo fue un movimiento religioso del siglo XII y XIII que se originó en la actual Bulgaria y llegó a plantar su semilla en el Lenguadoc occitano dónde creció con más fuerza, ya que era un territorio muy fragmentado y a la vez muy abierto y creativo, algo impropio de la oscuridad en la que se movía la Edad media europea. Todo esto se tradujo en lo que hoy en dí conocemos como la ruta por los castillos cátaros.
Quiénes fueron los cátaros
No en vano, merced al trato de los señores feudales de la zona, fue época de trobadores y joglares dónde se exaltaban las artes y la alegría de vivir. El movimiento de inspiración maniquea concebía a Dios como un ser bueno, muy diferente al Dios vengativo e iracundo del Antiguo Testamento que preconizaba la Iglesia Católica en aquel momento. La intención de la corriente cátara era recuperar los ideales de pureza del primer Cristianismo.
Creían que el alma era obra de Dios y que el mundo era obra de Satán y es por ello que vivían en pobreza, eran vegetarianos, ayunaban frecuentemente, practicaban la castidad y vestían ropa sencilla. Rechazaban la jerarquía oficial de la Iglesia católica y todo lo referente a sus reliquias y culto a las imágenes. No tenían templos aunque si su propia jerarquía integrada por obispos y por perfectos y perfectas. Su único rito era el Consolament, una especie de imposición de manos que se practicaba para dar la bienvenida a una persona a la vida cátara y en el lecho de muerte.
Ante esta situación y al creciente arraigo del movimiento cátaro (puro en griego) en el Llenguadoc occitano, la Iglesia Católica tomó cartas en el asunto. El Papa Inocencio III, a través de sus predicadores como Domingo de Guzmán y la Orden de los Dominicos (1215), decidió combatir la herejía con sermones y discusiones, pero pronto se dio cuenta que no servía de nada y en 1209 pasó a la "acción" con la instigación de una Cruzada capitaneada por Simón de Montfort. Así pues empezaron las primerar redadas, persecuciones y hogueras dónde se quemaban a los "infieles"
La obra de Inocencio III la continuó su sucesor, Gregorio IX que creó la temida Santa Inquisición veinte años más tarde. El resultado fue dramático ya que cada vez los cátaros se encontraban más acorralados y empezaron a huir preferentemente a castillos, como el de Montségur, símbolo de la resistencia cátara.
Además hay que tener en cuenta que la Cruzada no sólo tenía su base en motivos religiosos sinó políticos, ya que el Lenguadoc y sus diferentes feudos eran un plato muy apetecible para el Rey de Francia.
El movimiento cátaro finalizó prácticamente con la caida de Montsegur en marzo de 1244, aunque el último castillo cátaro en caer fue el de Queribus, once años después, en 1255. Aún así aún quedaron algunos vestigios sobretodo en Catalunya dónde huyeron muchos cátaros, pero finalmente en 1327 un cátaro llamado Belibaste fue capturado en Morella (Castellón) y quemado en Villerouge-Termenès, poniendo fin a la triste historia de los "buenos hombres", como se les conocía en la época.
Carcassonne, la fortaleza medieval por excelencia
En la Ruta de los cátaros no puede faltar la visita a Carcassonne, una ciudadela medieval perfectamente conservada. Su intacto aspecto se debe a la frenética reconstrucción que tuvo en el s.XIX llevada a cabo por el arquitecto Viollet-le Duc (el que puso las gárgolas en Notre Dame de París). Carcassone es un ejemplo de ciudadela militar medieval que le ha valido su inclusión en el año 1997 en el Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Cuando te acercas desde la autopista ya se adivina la estampa poderosa de la ciudadela (hay un área de descanso que permite unas vistas del conjunto medieval). Sus 52 torreones, su camino de ronda, sus murallas, su foso, su puente levadizo sobre el río Aude son dignos de admirar. Ya dentro son visita obligada el castillo condal del s.XIII y la Basílica de San Nazario con sus bellos vitrales. Una recomendación: Visitarla en temporada baja, en invierno a ser posible, las aglomeraciones le restan mucho encanto. Y un segundo consejo es verla y fotografiarla de noche.
Al norte de Carcassonne, en la sierra de la montaña negra se encuentra una serie de 4 castillos dónde hubo importante presencia cátara. Este conjunto se llama Lastours (Las Tors en occitano) y se eleva 300 metros sobre el valle del Río Orbiel. A pesar que sólo queda alguna torre en pie, el conjunto ruinoso rodeado de cipreses es muy bello. La mejor vista se obtiene sin duda desde el llamado Belvedère dónde también se realizan espectáculos de luz y sonido con las ruinas como telón de fondo. Si se quiere pasear entre los castillos se ha de subir por un terreno pedregoso durante aproximadamente una hora.
Pero la mayor parte de castillos cátaros o con relación con los buenos hombres se concentra entre Carcassonne y las estribaciones pirenaicas, dónde se alzan verdaderos nidos de águila. De este a oeste o aproximadamente de Perpignan a Foix nos encontramos con los siguientes castillos de obligada visita:
Los castillos cátaros más importantes
- Queribus: El castillo más cercano a Perpignan tiene el "honor" de ser la última resistencia ante la cruzada. Cayó en 1255 y con él se dio por acabada la herejía cátara, aunque estos, ya muy desperdigados, continuaron su actividad hasta bien entrado el S.XIV. Queribus evoca una sensación de poder y fuerza y todo es debido a su espectacular torre que parece que surja de la misma roca. Las vistas son espectaculares con vistas a picos como el Canigó o el Puigmal y al fondo de todo el mar Mediterráneo.
- Peyrepertuse: En plena sierra de las Corbieres a 796 mts de altitud se alza majestuoso y poderoso este castillo con una muralla de 2Km de longitud. Su posición realmente es espectacular encaramado en lo alto de un risco. En la parte inferior se encuentra la ciudadela real y en la superior el castillo y los restos de la Capilla de Sant Jordi. Su historia con los cátaros no está nada clara y es en todo caso mucho menor que el resto de castillos comentados. No obstante su emplazamiento y su estado obligan a parar en este verdadero nido de águila.
- Puilaurens: Como Peyrepertuse se tienen pocos datos de este castillo en la época cátara, pero es obligado destacar como está encaramado majestuosamente en un risco a 700 mts de altitud y con preciosas vistas del Canigó. Por dentro está vacío, pero el estado de conservación de su muralla y torres es perfecta y la visión de estas desde abajo, una maravilla.
- Puivert: Es un castillo diferente, ya que no está situado en lo alto de un monte sino en terreno llano y de muy fácil acceso, cosa que por una vez nuestras piernas agradecerán. Su elemento más destacado es su imponente torre de 30 metros de altura, aunque todo el conjunto es muy vistoso y fotogénico. Puivert aguantó 3 días de asedio antes de rendirse a Simón de Montfort en el año 1210.
- Montsegur: Llegamos al último castillo, al mito, al símbolo de la resistencia cátara, no en vano fue mandado construir en plena época de hostigamiento de la Iglesia Católica, a través de la Santa Inquisición y del Rey de Francia, mediante la Cruzada. Majestuoso en lo alto de un risco montañoso de difícil acceso resistió durante 10 meses el asedio de los cruzados franceses. Finalmente en marzo claudicaron y más de doscientas personas fueron quemadas en una hoguera por no abjurar de su religión, en lo que hoy se conoce como el "Prat dels Cremats" (Prado de los Quemados) un lugar, hoy día, de absoluto respeto, casi místico. Ante las dudas de quién era cátaro o no, el Senescal del Rey despachó el asunto "muy sabiamente" con la frase "quemadlos a todos que Dios sabrá distinguirlos".
Montsegur ha sido objeto de numerosos estudios, la mayoría de carácter esotérico. Su nombre está muy vinculado al Santo Grial y es que un erudito de las SS nazi estaba convencido que Montsegur en realidad era el Montsalvatge de Parsifal y que el Santo Grial se escondía en Montsegur.
La ruta de los castillos cátaros concluye aquí, un paseo por la historia, bastante desconocida por cierto, a través de un sur de Francia profundamente rural y medio adormecido. Un lugar dónde vivieron "els bons homes" y un lugar dónde hoy día se les quiere respetar y honrar no permitiendo que sus ideas y su obra caigan en el olvido.
Muchas gracias por la cuidadosa y prolija publicación. Felicitaciones.
Muchas gracias Carlos Alberto
Saludos