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Cuando se viaja al Valais suizo es muy fácil pensar en cimas míticas como el Cervino, pueblos de cuento o lagos de postal, pero muchos desconocen que en este increíble cantón, meca del excursionismo, se encuentra una maravilla natural, sin parangón en toda Europa, y es que aquí, entre Sion y Sierre, en pleno valle del Ródano, se encuentra el lago subterráneo más grande de Europa. Así que si sois amantes de los records y de las curiosidades naturales, St-Léonard es perfecto para vosotros.
Nos resistíamos a que nuestras vacaciones en el Valais suizo se acabasen. Habían sido dos semanas muy intensas viendo algunas de las montañas y lagos más bonitos de toda Europa. En este contexto y ávidos por hacer el viaje de vuelta más ameno e interesante, planeamos la visita al lago subterráneo de St-Léonard. Y es que está perfectamente situado, a escasos 5 Km de la salida de la autopista A9 que cruza el histórico y espectacular valle del Ródano. Eso y que la visita apenas dura media hora nos puso en bandeja realizar esta excursión en nuestro viaje de vuelta a Barcelona.
Un poco de historia sobre el lago
St-Léonard no fue descubierto hasta el año 1.943 por Jean-Jacques Pittard y Jean Della Santa que usaron un bote inflable para entrar en la cueva. Ciertamente las gentes del lugar y los cultivadores de viña, que crece en las laderas por encima de la cueva, tenían conocimiento de la existencia de este lugar, pero por miedo o superstición nadie había entrado hasta ese año.
De todas maneras el acceso era muy complicado y peligroso sobre todo por el nivel de las aguas, hasta que en 1.946 un terremoto de 5,6 º en la escala de Richter abrió nuevas fisuras y rebajó el nivel del agua.
Tras tres años de trabajos, se permitió la entrada a turistas, llegando a ser una de las atracciones turísticas más importantes del Valais central.
La visita al lago subterráneo de St-Léonard
Cómo os decíamos, es sencillo visitar este lago ya que se encuentra casi a los pies de la autopista, así que si vas a alguno de los pueblos más famosos del Valais como Zermatt, Saas Fee o Grächen pasarás casi delante de él. Y si no, podéis hacer como nosotros que hicimos la visita durante el viaje de retorno a España.
Junto al lago subterráneo hay un parking gratuito dónde no hay problemas para aparcar. Dos minutos y podréis entrar a las instalaciones que consisten en un quiosco de souvenirs y un pequeño bar con unas mesas para tomar algo mientras esperas la salida de la barca.
Arriba no las tienes todas contigo de que realmente la visita valga la pena, ya que es muy pequeño, pero cuando bajas las escaleras de acceso a la cueva te das cuenta de la majestuosidad del lago con sus 200 metros de longitud y una profundidad de 20 metros. Subimos a la barca con otros 20 pasajeros aproximadamente mientras nuestro guía nos explicaba las peculiaridades del lugar. Aunque la publicidad habla de explicaciones, en francés, italiano, alemán e inglés, el guía al saber que éramos españoles también se esforzó por traducirnos la visita al castellano.
La visita dura media hora aproximadamente, llega hasta el final conocido del lago y da media vuelta. El barquero va acercándose a ciertos lugares dónde con un poco de imaginación puedes ver alguna forma de animal en la pared de roca. Los focos colocados estratégicamente crean una visión de la cueva ciertamente irreal y onírica gracias al contraste de luces y sombras y la visión de alguna otra embarcación en otro punto del lago.
Y este es el resumen de nuestra visita. Si la pregunta es si vale la pena visitar St-Léonard, sin duda contestaríamos que si, ya que está muy bien situado y es perfecta para hacer una parada en el camino, dura poco y el precio es relativamente asequible para lo que es Suiza.
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