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El fuerte la Latte está ubicado en la costa norte bretona, conocida como la Costa Esmeralda. Este tramo está dominado por la mano del hombre a través del fuerte y por la propia naturaleza, ya que aquí se encuentra el fantástico Cabo Frehel, una abrupta punta que se asoma al mar, en lo que durante siglos se consideraba el fin del mundo. Un lugar dominado por una naturaleza salvaje y escenario de cruentas batallas resume a la perfección el carácter indómito de la costa celta y que sin duda es uno de los principales reclamos de un viaje por la Bretaña
Fuerte la Latte, el arquetipo de castillo inexpugnable
El fuerte la Latte, en francés Fort la Latte está bastante cerca de la famosa y corsaria ciudad de Saint Malo, a unos 40 Km y 50 minutos de camino, lo que da una idea aproximada de los tramos de costa que hay que bordear para llegar al famoso castillo.
El castillo data del s.XIV y fue ordenado construir por Stephen III Goyon y su misión era defender el territorio de las invasiones de sus vecinos ingleses. Su imagen de castillo inexpugnable e imponente, no en vano está construido a 60 metros por encima del mar, y flanqueado por dos acantilados y por una fenomenal muralla y un puente levadizo.
A pesar de su aspecto y de las molestias defensivas que se tomaron en su construcción, la fortaleza fue asaltada dos veces durante su historia. Con el paso de los siglos y con el declive de los castillos como elemento clave en la conquista de un país, fue perdiendo su importancia y valor estratégico. Como muchos otros castillos y fortalezas fue saqueado y abandonado hasta que en el s.XIX fue vendido a particulares.
El fuerte es sensacional, rodeado de la exuberante vegetación de la Costa Esmeralda y destaca su espectacular torre del homenaje, además de su posición junto al acantilado. Es fácil entender el por qué uno de los clásicos del cine, Vikingos, protagonizada por Kirk Douglas y Tony Curtis, se rodó aquí.
Antes de abandonar el fuerte, bajad a la cala que hay al lado y obtendréis una justa recompensa: unas vistas espectaculares del castillo custodiado por el Océano Atlántico. Nosotros no pudimos bajar ya que viajábamos con nuestro bebé y ya se hacía tarde, pero los amigos de Mis Viajes y Sensaciones si que lo hicieron. Juzgad vosotros mismos si vale la pena.
Cabo Fréhel: la simbiosis entre el mar y la tierra
Pero la visita a Fuerte la Latte no se entiende sin el Cabo Fréhel (Cap Fréhel en francés) y todo el paisaje dominado por este abrupto acantilado. Situado a 4 Km del castillo, desde la carretera ya se advierte que estás en un sitio especial y es que la vegetación rodea la vía, dominado el rojo y el verde. Y esto es así hasta que cae al mar, creando un paisaje con una paleta de colores increíble a la que se añade el azul turquesa del mar.
Desde el castillo ya hay espectaculares vistas del cabo y de sus dos faros, el antiguo, y el nuevo, de 33 metros de altitud y desde el cual se protege a los barcos en uno de los tramos más peligrosos de la costa europea.
Este paraje es territorio de gaviotas y cormoranes que sobrevuelan orgullosas sus dominios ajenas al rugido de las olas y los silbidos del fuerte viento que suele asolar la zona. Es un lugar ideal para apreciar la grandeza de la Bretaña y de sus escarpadas y abruptas costas, un lugar declarado reserva natural y ornitológica, en un verdadero paraíso para los amantes de las aves.
Ambas visitas se pueden realizar en un par de horas, aunque es de esos lugares en los que el tiempo se detiene y te puedes pasar horas contemplando la naturaleza en su máxima expresión y no por ello estarás perdiendo el tiempo. Sin duda uno de los highlights de nuestra ruta por la Bretaña.
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