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Hay ciudades que tienen un marcado acento medieval, lugares en los que el paseo se convierte en un viaje al pasado dónde es fácil imaginar y sentir la vida de caballeros princesas, mercaderes y criaturas fantásticas. Y es que un género literario y cinematográfico tan recurrente como el medieval, nos hace tener un subconsciente creado en torno al tema. Ceský Krumlov se encarga perfectamente de darle vida.
Cesky Krumlov es una pequeña ciudad situada al sur de la República checa, en lo que se conoce como Bohemia del sur y casi fronteriza con Austria. De hecho antes había vuelos de Girona a Linz (Austria) con Ryanair y este era el aeropuerto más cercano (65 Km).
Nosotros fuimos durante nuestro viaje a Praga. Como teníamos una semana, decidimos pasar un día en esta ciudad. Sabíamos que no nos defraudaría, porque el hecho que sea Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, pensábamos que era una garantía segura. Y efectivamente, no nos falló. El autobús que cogimos desde Praga, nos dejó tres horas después, en una plaza de las afueras de la ciudad y sólo bajarnos de él contemplamos unas vistas maravillosas y encantadoras de la ciudad y de su entorno natural.
El color: esa es la primera cosa que te llama la atención. La gama cromática de la torre del castillo le confiere un matiz diferente al que suele tener este tipo de construcciones. El castillo queda unido a la ciudad por un pequeño puente que salva un foso sobre el río Vlatva. Al entrar en él, aparte de quedar maravillados ante la belleza de la torre construida en 1590, nos impactó el patio con sus muros decorados con delicados murales.
El castillo fue construido sobre varios niveles en un terreno difícil, creado por un meandro del río Moldava. El puente oculto (Na Plásti) comunica diferentes dependencias del castillo ya que estaban edificadas sobre peñas diferentes. Nosotros no pudimos hacerle las fotos que merecía, porque lo estaban reformando y estaba lleno de andamios.
Su estilo es básicamente renacentista y barroco de clara influencia italiana, aunque originariamente era de estilo gótico. Su interior está suntuosamente decorado y vale mucho la pena la visita.
Sus dos máximos exponentes son el impresionante teatro del s.XVII considerado uno de los teatros barrocos más bonitos del mundo y sus jardines.
Si viajáis con niños no os podéis perder el foso, dónde desde tiempos de la familia Rožmberk se crían osos, como sucede en algunas ciudades centroeuropeas.
Las vistas desde lo alto del castillo son primorosas, los tejados del pueblo, los kayaks en el río Vlatva, los bosques que circundan la ciudad. Es de esas vistas que no te cansas de admirar y de fotografiar.
El pueblo es igualmente encantador y fotogénico, con sus calles empedradas, sus tabernas con sus fachadas pintadas y desprendiendo sugerentes aromas, son una tentación para el viajero.
El núcleo central es la plaza del Ayuntamiento, amplia y espaciosa, al estilo checo, con su fuente y dónde es fácil imaginar la ciudad cinco siglos atrás. Como en muchos pueblos de este estilo lo que más abunda son comercios destinados a los turistas, restaurantes, galerías de arte, tabernas, y tiendas de souvenirs, aún así, y al contrario que en otros lugares, eso no rompe el encanto del casco histórico.
Cesky Krumlov es una ciudad para disfrutar todo el año. Nosotros fuimos en verano, pero en Navidades, con nieve debe ser inolvidable y muy recomendable en primavera o en otoño durante la celebración de alguno de sus numerosos festivales como el famoso Fiesta de la Rosa de cinco Pétalos, en el cual se suceden torneos medievales, mercados, desfiles y otras manifestaciones artísticas que os trasladaran irremediablemente a la Edad Media. Una colorida ciudad que no debes dejar escapar.
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