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Cotlliure o Collioure, como se denomina en francés, es un paraíso para los amantes de la fotografía nocturna y sobre todo para los que buscamos en nuestras instantáneas la hora azul. Ese momento que dura tan solo unos minutos, que no es de día ni es de noche y en el cuál el cielo adquiere varias gamas de azules que lo hacen irresistible para los amantes de la fotografía. En lugares dónde hay mar, como el caso que nos ocupa, el efecto de la hora azul se potencia aún más.
Cotlliure es un pequeño pueblo pesquero del sur de Francia muy cerca de Cataluña y de fácil acceso para los que vivimos en Barcelona ya que se llega en un par de horas. Un lugar ideal para una escapada de fin de semana a Francia.
Seguramente es el pueblo más bonito de la costa roja y está próximo al turístico pueblo Argelès-sur-Mer, repleto de campings y apartamentos.
Situado en la comarca del Rosellón su historia y pasado está íntimamente ligado a Cataluña y a la Corona de Aragón. En siglos posteriores pasó a ser francesa y debe su aspecto actual a Vauban. Desde 1659 forma parte definitivamente de Francia merced al Tratado de los Pirineos, por el cual muchas localidades de la Occitania pasaron de la Corona de Aragón y Cataluña a Francia.
Su belleza es tal, que a principios del S.XX atrajo a pintores de la talla de Matisse o Derain. Célebres escritores como el inmortal Machado, cuyos restos reposan en el cementerio del pueblo, o el novelista Patrick O'Brian buscaron la inspiración en este precioso rincón del Mediterráneo. Cosa bastante comprensible... por cierto.
Colliure enamora nada más entrar por su carretera panorámica y costera de La Corniche. Después de un acusado descenso entraremos en el centro del pueblecito pesquero.
Las mejores vistas de Collioure
Podríamos decir que Cotlliure está divido en dos calas o bahías a cual más bonita, en la primera las vistas son de postal, con la iglesia de Santa María y su bello campanario que marca la entrada a la ensenada. El conjunto se completa con las casas de tonos pastel que se arremolinan junto al templo cristiano.
En las últimas ocasiones que hemos estado, nuestra llegada coincidía con el atardecer cuando curiosamente hay menos gente y la luz del día es perfecta para la fotografía. Esperar la hora azul y el anochecer desde el puerto es simplemente inolvidable. Los minutos pasan lentamente, parece que no quiere anochecer, pero lenta e inexorablemente, los azules se van volviendo más intensos y el escenario adquiere tintes irreales y mágicos.
Las tenues luces acompañan perfectamente el tránsito del día a la noche y se ven reflejadas en el mar mientras la hora azul sigue avanzando.
Pero Cotlliure tiene otros escenarios nocturnos soberbios y para ello dejamos esta primera bahía a través de su pequeño paseo que discurre junto a barcas varadas en la playa y palmeras exóticas.
El Castillo Real de Cotlliure
Nuestros pasos se dirigen automáticamente hacia la iglesia y hacia el Castillo Real que hay junto a ella, una imponente edificación defensiva entre mar y montaña que la hacía prácticamente inexpugnable. Originaria del S.VII adquirió su máxima importancia en los S.XIII y XIV con la expansión de la corona catalano-aragonesa.
La fortaleza divide las dos playas del pueblo y podemos cruzar a a la otra ensenada por el paseo que hay bajo su muralla y en el cuál te sientes abrumado por la altura y potencia de las murallas.
Pero antes de cruzar a la otra playa os recomendamos que subáis a lo alto del castillo, por unas escaleras ubicadas junto a un gran parking. Desde allí tendréis unas vistas majestuosas de la fortificación, la capilla de San Vicente y el mar mediterráneo que se pierde hasta el horizonte. Simplemente sublime.
Para completar nuestra visita nocturna de Colliure, bajaremos otra vez hacia la muralla y la bordearemos para pasar a la otra bahía, la que está más cerca de la iglesia y cuya playa es un poco más transitada, simplemente porque acoge más terrazas y restaurantes, aunque sin restar por ello nada al ambiente tranquilo y agradable que se respira. Es como si la gente, consciente del misticismo del lugar no quisiese romper ese encanto. Todo el mundo habla bajo, no hay gritos y hay un respeto total hacia esta mezcla de entorno urbano medieval y natural. Al menos, eso hemos percibido nosotros en nuestras visitas.
Esta parte de Cotlliure también es magnífica: pasear junto a la iglesia mientras un músico callejero toca dulces melodías con su guitarra es un placer apto para todos los bolsillos. No hace falta ser millonario para disfrutar del lugar.
La capilla de Sant Vicenç se adentra más en el mar y es la última huella del hombre antes de rendirse a la magnificencia del Mediterráneo.
Desde aquí las vistas del pequeño pueblo son espectaculares: la bahía iluminada, las casitas, la iglesia. Todo formando un conjunto difícil de olvidar.
Algún pescador nocturno prepara su caña mientras contempla el mágico anochecer.
Cotlliure ha oscurecido, pero dentro de su encantador casco antiguo, plazas y calles están bellamente iluminadas por farolas y agradables terrazas dónde finalizar una jornada inolvidable de fotografía nocturna y dónde la hora azul nos ha hechizado a todos.
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